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BRASILIA, Brasil, 16 de junio.- Por sexto día consecutivo, Brasil vivió ayer una jornada de protestas, concentradas en esta ocasión en la capital, Brasilia, donde cientos de personas chocaron con la Policía en plena inauguración de la Copa Confederaciones de Fútbol.
La manifestación en los alrededores del Estadio Nacional, en el que jugaban las selecciones de Brasil y Japón, congregó a unas 1,200 personas y dejó al menos 27 heridos y 16 detenidos.
El malestar de los manifestantes se vio reflejado en muchas de las pancartas. “Dinero para la salud y la educación, no para el fútbol” y “Si tu hijo se enferma lo tendrás que llevar al estadio” eran algunas de las frases escritas en los carteles.
La manifestación en los alrededores del Estadio Nacional, en el que jugaban las selecciones de Brasil y Japón, congregó a unas 1,200 personas y dejó al menos 27 heridos y 16 detenidos.
Los participantes rompieron el fuerte cerco de seguridad que supuso el despliegue de 10,000 policías y soldados de las tres Fuerzas Armadas.
Uso de drones. Esas tropas tenían apoyo de helicópteros y hasta de aviones no tripulados (drones), equipado con cámaras que registran todos los movimientos en un perímetro de unos tres kilómetros en torno al estadio y que las envían en tiempo real a un moderno centro de control inaugurado el pasado jueves por la Presidenta Dilma Rousseff.
Las refriegas entre policías y manifestantes ocurrieron a las puertas del estadio y crearon zozobra entre las decenas de miles de hinchas que se dirigían hacia el coliseo de la capital, muchos de los cuales ingresaron al recinto a las prisas y con el miedo estampado en sus rostros.
Cuando comenzaba la ceremonia de apertura en el interior del estadio, la calma que había imperado en los primeros momentos de la protesta se acabó y dio paso a la violencia, cuyo origen no quedó muy claro, pero que incluyó una severa carga de la Policía contra los manifestantes.
La protesta fue convocada por movimientos sociales que critican el elevado gasto público en el torneo organizado por la FIFA, en un país con una salud y educación pública deficientes y en el que muchos no tienen acceso a los servicios básicos.
El Movimiento Sin Techo, uno de los organizadores, denunció que en Brasil unas 50,000 personas viven en las calles y, sin embargo, “el Gobierno gasta millones en la construcción de estadios”.
Ese malestar se vio reflejado en muchas de las pancartas. “Dinero para la salud y la educación, no para el fútbol” y “Si tu hijo se enferma lo tendrás que llevar al estadio” eran algunas de las frases escritas en los carteles.
La cultura y las tradiciones de Brasil, Japón, Italia, México, España, Uruguay, Nigeria y Tahití, países que disputan la Copa Confederaciones, se fundieron el sábado en la ceremonia de inauguración del evento, aclamada por cerca de 70 mil personas.
Un gran mosaico humano desplegado sobre el césped del Estadio Nacional de Brasilia le dio la bienvenida al público.
El espacio natural de los futbolistas fue ocupado entonces por sevillanas españolas, gauchos uruguayos, charros mexicanos, geishas japonesas, polinesias tahitianas, cocineros italianos, guerreros nigerianos e indios brasileños.
Todos los participantes se unieron luego en un solo baile y formaron un pequeño campo de fútbol dentro del terreno del Estadio Nacional, sobre el que grandes muñecos-jugadores disputaron un “partido” que culminó con un gol gritado a coro por el público.
Un gran mosaico humano desplegado sobre el césped del Estadio Nacional de Brasilia le dio la bienvenida al público con frases en portugués e inglés, que precedieron al ingreso de 2 mil 800 actores, bailarines y voluntarios con trajes típicos y banderas de cada país.
El espacio natural de los futbolistas fue ocupado entonces por sevillanas españolas, gauchos uruguayos, charros mexicanos, geishas japonesas, polinesias tahitianas, cocineros italianos, guerreros nigerianos e indios brasileños.
Tomados de la mano, expandieron sobre el césped enormes paños formando el mapa de Brasil e incluso el océano Atlántico, formado por bailarines ataviados de azul que con su danza simulaban las olas.
Todos los participantes se unieron luego en un solo baile y formaron un pequeño campo de fútbol dentro del terreno del Estadio Nacional, sobre el que grandes muñecos-jugadores disputaron un “partido” que culminó con un gol gritado a coro por el público.
El espectáculo de apertura estuvo a cargo del director artístico Paulo Barros, uno de los grandes creativos del famoso Carnaval de Río de Janeiro, que estuvo presente en la fiesta sobre todo a través de la música, que se paseó durante buena parte de la ceremonia por la tradicional samba carioca.
El breve acto, que duró unos 25 minutos, concluyó cuando los actores, bailarines y voluntarios se escondieron debajo de una gran bandera con los emblemas de la FIFA y de la Copa Confederaciones.
Los participantes recibieron una sonora ovación del público, que se alistó entonces para presenciar el primer partido del torneo. (Agencias en Brasilia/EFE)