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LA SILLA, Chile, 17 de julio.- El agujero negro supermasivo más próximo a la tierra, Sagitario A, está desgarrando una enorme nube de gas al seguir atrayendo hacia sí uno de sus extremos mientras repele el contrario a unos 10 millones de kilómetros por hora.
Este fenómeno en el corazón de la Vía Láctea ha sido observado por primera vez por el Observatorio Austral Europeo (ESO) situado en La Silla (Chile).
Imagen del Observatorio Austral Europeo (ESO) de una simulación de una nube de gas pasando cerca del agujero negro supermasivo del centro de la galaxia que muestra la situación a mediados del año 2013. (Foto EFE/ESO/S. Gillessen/Mpe/Marc Schart)
"Lo más emocionante que vemos ahora en las nuevas observaciones es la cabeza de la nube que vuelve hacia nosotros a más de 10 millones de kilómetros por hora a lo largo de la órbita, lo que equivale a un 1% de la velocidad de la luz", explica el astrónomo alemán Reinhard Genzel, líder del equipo de investigación.
La nube de gas llevaba al menos dos años acercándose a creciente velocidad a Sagitario A y ahora ha comenzado a retorcerse, debido al fortísimo campo gravitatorio del agujero negro, y sale despedida en sentido contrario, estirándose hasta parecer "un espagueti", asegura por su parte Stefan Gillessen, científico del Instituto Max Planck de Física Extraterrestre.
Según las mediciones de la ESO, debido a estas fuerzas, la nube de gas -cuya masa es varias veces la de la tierra- se extiende en la actualidad a más de 160,000 millones de kilómetros, por lo que calculan que tardará alrededor de un año en cambiar completamente de dirección.
"La nube está tan estirada que el punto máximo de acercamiento al agujero negro no es un evento puntual, sino un proceso que se extiende a lo largo de un periodo de, al menos, un año", indica Gillessen.
Equipos de astrónomos de todo el mundo están siguiendo en detalle los acontecimientos en torno al ombligo de la Vía Láctea.
Astrónomos de todo el mundo observan por primera vez desde el desierto de Chile cómo el agujero negro situado en el centro de la Vía Láctea atrae una nube de gas a la que pronto devorará.
"Se puede ver con exactitud cómo la nube adquiere forma de espagueti", dijo hoy en la ciudad alemana de Garching el director del equipo de observación, Stefan Gillessen, del Instituto Max Plack de Física Extraterrestre.
Las imágenes captadas por el telescopio VLT del Observatorio Europeo Austral (ESO, por sus siglas en inglés), situado en desierto de Atacama, muestran cómo la nube está tan estirada que su parte frontal ha superado ya el punto máximo de acercamiento y se aleja del agujero negro a más de diez millones de kilómetros por hora, mientras que la cola aún está cayendo hacia él.
La nube de gas, con varias veces la masa de la Tierra, fue descubierta ya en el 2011 por el VLT (Very Large Telescope).
Ahora, las nuevas imágenes muestran cómo la nube está siendo estirada y deformada por la fuerte atracción que ejerce sobre ella el agujero negro. Según los astrónomos, la nube será completamente desgarrada a lo largo del próximo año.
Se estima que el agujero negro del centro de la Vía Láctea tiene una masa de alrededor de cuatro millones de veces la masa del Sol. "El gas ionizado de la cabeza de la nube se extiende ahora a lo largo de más de 150 horas-luz, aproximadamente unos 160,000 kilómetros", señaló Gillessen.
"Lo más emocionante de las nuevas observaciones es que la cabeza de la nube vuelve hacia nosotros a más de 10 millones de kilómetros por hora a lo largo de la órbita, lo que supone un impresionante 1 por ciento de la velocidad de la luz", añade Reinhard Genzel, del Departamento de Física y Astronomía de la Universidad de California, líder del equipo de investigación que ha estudiado esta región durante cerca de veinte años.
El origen de la nube de gas sigue siendo un misterio, aunque no faltan ideas al respecto. Entre otras teorías, los astrónomos piensan que podría haberse formado a raíz de vientos estelares procedentes de las estrellas que orbitan el agujero negro. Los resultados resultados de las observaciones del ESO serán publicados en la revista The Astrophysical Journal. (EFE/DPA)