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La capacidad de engañar, de mentirle en forma descarada a la gente, es algo que logra casi la total perfección entre la gente que ahora tiene como misión salvar la imagen de la mujer que dirige el ejecutivo de Yucatán desde 2007.
No hay una sola duda: la señora, originaria de Dzemul y de relampagueante “carrera” política, tuvo una gran oportunidad. Ella debe sentirse triste cuando nota que se le “resbaló” de las manos. Su periodo —los años que han pasado— involucra el tiempo en toda la existencia del estado de Yucatán durante el cual el presupuesto a disposición de su gobierno ha sido el más elevado.
Y, sin embargo, ha sido también el tiempo durante el cual se ha hecho menos obra pública que en ninguna otra época —y menos con ese nivel de presupuesto. Y también, lo más grave, ¡el tiempo durante el cual con mayor rapidez se le han autorizado empréstitos para cubrir su déficit presupuestal!
Tuvo la más grande oportunidad y, a pesar de ello, ha hecho el peor gobierno. No estamos refiriéndonos aquí sólo a lo económico, sino en forma muy importante, a todo lo que se refiere al respeto a los derechos humanos básicos. Es durante este gobierno que en Yucatán se han ejecutado más acciones arbitrarias detrás de las cuales está la fuerza pública coludida con el poder judicial, pasando por el ministerio público: Chuc Baas, gente de seguridad de Javier Medina, espionaje sobre Javier Medina, invento de delito en contra de vendedores de camisetas con leyendas impopulares para la gobernadora, destrozo del brazo del ex diputado Ismael Peraza, intento de difamación calumniosa en contra de parientes del gobernador anterior, acosos con actuación favorable a los allegados al régimen, detención de repartidores de prensa oposicionista, detención arbitraria de legisladores de la oposición en las carreteras, metida de manos en el poder judicial sobre juicios —Wafé Kuri—, removimiento de personal del poder judicial por tener información que perjudicaría al jefe de seguridad, más todos los casos que no nos han llegado pero que, seguramente, allí deben estar esperando la atención de la sociedad.
Y estando las cosas así, aún hay gente que se atreve a desarrollar un argumento que consideran “lógico” de acuerdo al cual la señora que gobierna Yucatán es tan popular que propios y ajenos —de su partido y de la oposición— están haciendo lo posible por bajarla de la nube en que el “pueblo ya la tiene”.
También pudimos escuchar, en su momento, argumentos de acuerdo a los cuales un gobierno no debe hacer obra pública —como ha sucedido con el de la señora originaria de Dzemul, Yucatán— porque usar el dinero en esa forma sólo sirve para que la imagen del político se eleve en forma “egoísta”.
Pero sí se podrá —consecuencia lógica de ese argumento— pagar millones del erario a medios especializados en “vender la imagen del político”.
“No se hagan bolas”, diría Salinas: “a la señora hay que bajarla del caballo porque ya las riendas se le caen, además de que el corcel la está dejando de obedecer”. Si hay un estado con una elevada consciencia civil es Yucatán: por algo es el único estado en donde el gobierno federal priista —en su momento— tuvo que crear un medio —el Por Esto!— para provocar un “contrapeso artificial” en contra de un periódico local que tiene la simple costumbre de apelar al civismo de la ciudadanía.
Cuando los votos no contaban, el electorado no podía tomar decisiones verdaderas. Hoy, cuando los votos cuentan —en serio, esperemos que así siga siendo— la información es lo único que puede hacer que el país progrese. Si la información se lanza en forma tergiversada o con una cierta tendencia, al pobre pueblo mexicano sólo le espera golpe tras golpe. Sólo un pueblo desinformado puede emitir las opiniones que hoy —diciembre de 2010— están midiendo las encuestas.
Pero ¡aún estamos a tiempo! Si ya contamos con la información, ayudemos a que los demás también cuenten con ella.