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MOSCÚ, Rusia, 26 de abril.- El presidente ucraniano, Víctor Yanukóvich, dio hoy el pistoletazo de salida para el inicio de las obras de un nuevo sarcófago que aísle el reactor número cuatro de la central de Chernóbil, el responsable de la gravísima fuga radiactiva acaecida el 26 de abril de 1986. Lo hizo apretando un botón simbólico y agradeciendo la ayuda dispensada a los países que han dado dinero para la realización del proyecto.
En el cementerio Mitino de Moscú, Valentina Lopatyuk, de 79 años, llora sobre la tumba de su hijo Viktor Lopatyuk, muerto a los 29 años en 1986 en Chernóbil. (AP).
La ceremonia ha tenido lugar coincidiendo con el 26 aniversario del desastre, el más importante hasta el momento en la historia de la industria nuclear civil. Dos explosiones derrumbaron aquella madrugada el techo y parte de la pared del reactor, liberando a la atmósfera 50 toneladas de material altamente radiactivo. La contaminación se extendió a través de 150,000 kilómetros cuadrados en el norte de Ucrania, el sureste de Bielorrusia y el oeste de Rusia. Se estableció una «zona de exclusión» en un radio de 30 kilómetros alrededor de la planta atómica.
El reactor nuclear.
Se tardó 10 días en taponar la fuga y seis meses en aislar el reactor con el llamado «ukritie» (recubrimiento), una colosal estructura de acero y hormigón que después recibió el nombre de sarcófago. Las prisas impidieron realizar los trabajos con la calidad necesaria.
Así que el revestimiento, en cuyo interior se acumulan 200 toneladas de residuos atómicos y que tenía que haber durado por lo menos 30 años, se encuentra desde hace tiempo en un estado preocupante. Su armazón presenta grietas y el agua de la lluvia arrastra al exterior partículas radiactivas.
El consorcio francés Novarka firmó en 2007 con Ucrania un contrato para construir el «sarcófago-2», que deberá cerrar con una mayor hermeticidad el epicentro de la catástrofe. Tendrá un coste cercano a los 1500 millones de euros, de los que Ucrania ha recaudado solamente 550 en la conferencia de donantes del año pasado.
Se trata de una gigantesca bóveda de acero de cuatro piezas en forma de «arco», nombre con el que ha sido bautizada. Pesará más de 20,000 toneladas con 257 metros de longitud, 150 de ancho y 108 de alto.
El descomunal hangar alojará en una superficie similar a dos campos de fútbol un compartimiento «tecnológico» con los últimos adelantos en materia de seguridad nuclear, dotado de “esclusas sanitarias”, y talleres de «fragmentación y empaque». La idea es desmontar el sarcófago viejo para extraer el combustible atómico.
Una de las víctimas de Chernóbil tras sufrir una operación donde se le extirpó un tumor en el rostro
El proyecto de «desactivación» de Chernóbil, que se prevé concluir hacia 2018, incluye además un inmenso cementerio nuclear para sepultar las 200 toneladas de magma que se extraiga de debajo del sarcófago, todo el material contaminado que se siga recogiendo en la zona y los desechos de los otros tres reactores de la central. El último dejó de funcionar en diciembre de 2000. El contrato se lo ha adjudicado la firma estadounidense Holtec. El almacén recibirá también residuos de los otros 15 reactores que actualmente funcionan en las cuatro centrales nucleares de Ucrania (Jmelnítskaya, Rovno, Zaparozhie y Yuzhno-Ukraínskaya).
La ONU calcula el número de muertos causados directamente por la fuga de Chernóbil en algo más de medio centenar. Greenpeace, sin embargo, eleva la cifra a 200,000. En lo que sí coinciden los médicos es en que la explosión provocó miles de enfermos y discapacitados, especialmente entre los llamados «liquidadores», aquellos héroes que tuvieron que hacer frente a la furia del átomo desbocado sin apenas protección. (ABC)
El bosque rojo de Chernóbil está Ubicado en el centro de la planta nuclear en un 'parche' de 10 km2 cuyos árboles, tras absorber una intensa dosis de radiación, se tornaron de color rojizo y amarillento.