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LONDRES, 25 de abril.- Rupert Murdoch rechazó el miércoles las acusaciones de que usó su vasto imperio mediático para manipular a una sucesión de líderes británicos, electrizando una investigación sobre los medios que ha sacudido la fe en el Gobierno del primer ministro David Cameron.
La aparición del magnate de 81 años es el punto más sobresaliente de un proceso que reveló la colaboración entre ministros y la firma News Corp, renovando décadas de cuestionamientos por las relaciones cercanas entre el dinero, los medios y el poder en Gran Bretaña.
Rupert Murdoch insistió ayer durante cerca de cuatro horas en que nunca ha buscado favorecer sus intereses comerciales cuando se entrevista con jefes de Gobierno o con ministros y que, a pesar de que los políticos le cortejan, «porque en todas partes quieren causar buena impresión a la gente de la prensa», él habla con ellos porque tiene curiosidad sobre lo que ocurre en el mundo.
Inmediatamente se le preguntó sobre su vínculo con los políticos y los ricos del país, en referencia a sus regulares ataques contra la clase dirigente británica, a la que el empresario australiano define de snob e ineficiente.
"Nunca le pedí nada a un primer ministro", dijo Murdoch con temple de acero cuando le preguntaron sobre sus relaciones con la ex primera ministra Margaret Thatcher, una de sus líderes británicas favoritas.
Cameron ordenó renuentemente la investigación Leveson en julio pasado, cuando un escándalo de escuchas telefónicas en el tabloide News of the World de Murdoch se salió de control y lo obligó a tomar postura contra un imperio mediático que lo había ayudado a llegar al poder un año antes.
Ahora está sufriendo su peor período desde que asumió el puesto, con los diarios Sun y Times de Murdoch particularmente críticos de su Gobierno y enfrentando pedidos para que despida a un ministro acusado de colaborar con News Corp.
Cameron dijo a una ruidosa sesión en el Parlamento el miércoles que los políticos de todos los partidos se habían acercado demasiado al empresario.
"Creo que todos los integrantes de la Cámara deberían hablar con la mano en el corazón", declaró en medio de abucheos de los legisladores opositores. "Todos nosotros nos hicimos demasiado amigos de Rupert Murdoch", agregó.
Cameron y al menos otros dos ex primeros ministros tienen previsto someterse a interrogatorios en los próximos meses.
"Es natural que los políticos se contacten con editores y a veces con propietarios, si están disponibles, para explicar qué están haciendo. Pero yo era uno de tantos", dijo Murdoch durante la audiencia.
Algunos políticos esperaban que el empresario, que ha sido cortejado por primeros ministros y presidentes durante décadas, saliera a dar batalla, luego de que el escándalo de las escuchas telefónicas conmocionó a su imperio y lo obligó a tomar una posición defensiva.
"El es el maestro de la declaración mordaz, breve", dijo Neil Chenoweth, un veterano periodista de investigación australiano que escribió dos libros sobre Murdoch, a Reuters. "Él habla como si nada y su expresión lo hace absolutamente letal", añadió.
Murdoch apareció tranquilo y lacónico, incluso provocando risas entre algunos de los 70 abogados, familiares y periodistas que colmaron la sala gótica victoriana cuando contó una broma sobre un deshonroso ex ministro británico que mintió a la corte.
El empresario dijo que la influencia que tienen los dueños sobre sus diarios a menudo es sobrestimada. Hasta intentó moderar su legendaria reputación como el magnate más poderoso y amenazante de los medios.
"¿Es que tengo un aura de carisma? No lo creo", afirmó, aunque cuando le preguntaron sobre su influencia en The Sun, uno de sus periódicos favoritos, admitió: "Soy una persona curiosa. No soy bueno para cerrar la boca".
Las revelaciones en julio pasado sobre las escuchas telefónicas en el tabloide News of the World convulsionaron a su imperio, expusieron los vínculos entre los altos estamentos de la sociedad británica y provocaron una oleada de ira pública.
El miércoles, el escándalo se cobró una figura política, cuando un asesor del ministro de Medios y Cultura renunció por la sospecha de que había ayudado a News Corp en su intento de adquirir la cadena satelital BSkyB por 12,000 millones de dólares.
Explosivos e-mails sugirieron que el secretario de Medios Jeremy Hunt intentó ayudar a Murdoch en sus negocios -algo que salió a la luz en el interrogatorio de su hijo James el martes-, confirmando la idea de que el empresario goza de demasiado poder y preside una cultura corporativa con estándares éticos dudosos. (Reuters)