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BARCELONA, 24 de abril.- La Champions despide al Barcelona de forma muy cruel, castigado por un cúmulo de desgracias en esta semifinal unidireccional contra el Chelsea más defensivo que se recuerda. Múnich no le quería si se atiende a todo lo que pasó en Stamford Bridge y, sobre todo, este martes en el Camp Nou, precioso escenario que acabó deprimido porque este año no será tan bueno y porque en tres días se ha esfumado la Liga y el sueño europeo. Se adelantó 2-0, el Chelsea jugó con diez desde la tontería de Terry antes del descanso, Messi envió un penalti al larguero y remató otra vez al palo antes de que Torres silenciara al planeta. No hay explicación posible más allá de la suerte, que fue especialmente mala para el conjunto español. Sin reproches, el campeón dobla la rodilla y se despide sin mayor consuelo que aferrarse al tópico. En noches tan duras, vale lo del fútbol es así. [Así hemos narrado el partido]
Messi falla un penalti.
Cada minuto consumido era un triunfo para el Chelsea, tan preocupado por su portería que esta vez ni siquiera quiso jugar a la contra. El fútbol se entiende de mil maneras, pero hay motivos para sospechar que lo del Barcelona y el Chelsea no es el mismo deporte aunque medie un balón, dos porterías y las mismas reglas. Nadie engañó en la previa y efectivamente se vivió algo muy similar a lo de Stamford Bridge, quizás algo más exagerados los extremos por lo trascendental de aquel 1-0. Le iba muy bien al conjunto inglés protegerse en la trinchera y al Barcelona no le quedó más remedio que armarse de paciencia, incapaz de transmitir esa idea a una grada sobreexcitada hasta que por fin se hizo la luz. Después de 35 minutos de agonía, el Camp Nou creyó en Múnich con el gol de Busquets y la inmediata expulsión de Terry, perro viejo al que no siempre le salen bien las artimañas de barrio. Su rodillazo a Alexis, absurdo y con la pelota en la otra punta del campo, se equipara al resbalón de Moscú en 2008. [Las mejores imágenes del encuentro]
Guardiola entendió la magnitud de la cita y repitió su apuesta por una defensa de tres, privados los laterales de la cita porque al Barcelona le interesaba controlar la medular por encima de todo. Puyol y Mascherano basculaban con Piqué, reclamado para la causa y desgraciado porque se tuvo que retirar por un trompazo tremendo con Valdés que le dejó aturdido, y la pelota se movió siempre por el área foránea, rápido el Barça en las transiciones e intenso como antes. A base de insistir, y después de rozar el gol en dos apariciones de Messi, el Barcelona encontró la llave en la jugada menos esperada, con Alves —entró por Piqué— y Cuenca por la banda opuesta y con Busquets como delantero. El extremo, que lo hace todo bien, asistió de forma perfecta y estalló el estadio porque lo más difícil, al menos aparentemente, ya estaba hecho.
Fue un trance vertiginoso porque del acierto de Busquets y la expulsión de Terry se pasó a la puntilla de Iniesta y a la resurrección del Chelsea cuando se le daba por muerto, todo en un periquete. El Barcelona pareció sentenciar cuando el manchego hizo bueno un pase de Messi y, justo antes del intermedio, se llevó un chasco monumental con el golazo de Ramires. No se lo esperaba nadie, pero llegó en el único despiste azulgrana. Otra vez a remar.
El Barcelona volvió a la defensa de cuatro en la reanudación sin querer cambiar la línea trazada en el primer acto porque, pese a la mancha, le había ido muy bien. Tampoco varió el Chelsea e incluso sumó a Drogba a la causa defensiva, tan comprometido el africano que cometió penalti ya que a un delantero como él, brutal, no se le puede pedir lo mismo en su propia área. Derribó a Cesc y el lanzamiento lo falló Messi para alimentar el murmullo, escupido su disparo por el larguero. Una noche de locos, una noche para sufrir.
El Chelsea achicó en un trabajo hercúleo, esquizofrénico el público y cada vez más consumido el temple del Barça. Hubo otra madera de Messi, cientos de piernas y un desenlace inesperado. Torres, señalado porque dejó de hablarse con el gol durante meses, sentenció la eliminatoria con su octavo gol al Barcelona. Múnich no quería al Barça.
2 - Barcelona: Valdes; Puyol, Piqué (Alves, m.26), Mascherano; Busquets, Xavi, Iniesta, Cesc (Keita, m.74); Cuenca (Tello, m.67), Alexis y Messi.
2 - Chelsea: Cech; Ivanovic, Cahill (Bosingwa, m.12), Terry, Cole, Mikel, Meireles, Mata (Kalou, m.58), Lampard, Ramires; y Drogba (Torres, m.80).
Goles: 1-0, m.35: Busquets. 2-0, m.44: Iniesta. 2-1, m.45+1: Ramires. 2-2, m.90+2: Torres.
Árbitro: Cüneyt Çakir (TUR). Mostró cartulina amarilla a Mikel (m.32), Ramires (m.44), Ivanovic (m.48), Iniesta (m.50), Cech (m.59), Messi (m.71), Lampard (m.72) y a Meireles (m.89). Expulsó a Terry (m.37) por una agresión a Alexis.
Incidencias: Asistieron al encuentro 95,845 espectadores en el partido de vuelta de la semifinal de la Liga de Campeones disputado en el Camp Nou. En el palco se encontraban, entre otras personalidades, el alcalde de Barcelona, Xavier Trias, así como diversos miembros del gobierno de la Generalitat. También presenció el encuentro el seleccionador español, Vicente del Bosque. (ABC)