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Por: Francisco Martín Moreno
@fmartinmoreno
En el petróleo nacionalizado, ¡ni un paso atrás!, bueno, bien, pero tampoco ¡un paso adelante…! ¡Ah, mecsicanous…!
PEMEX es la única empresa petrolera en el mundo que se encuentra quebrada, a pesar de representar un monopolio energético. PEMEX ha sido una magnífica cantera de bandidos que se ha enriquecido con el patrimonio propiedad de la nación. PEMEX operado por priistas o panistas, ha sido y será el mejor ejemplo mundial de corrupción e ineficiencia administrativa porque el gobierno mexicano se ha distinguido por ser un pésimo operador de empresas.
Hasta Fidel Castro, este antropoide, antropófago y coprófago que se desplaza arrastrando los nudillos —debo tener cuidado con los adjetivos para no herir susceptibilidades ultramontanas— el famoso coma—andante ya comparte la exploración y la explotación petrolera de Cuba con Repsoll, Dutch Shell y British Petroleum, entre otras tantas compañías petroleras más. ¡Castro ya abrió la industria petrolera, como lo hizo Noruega, país que a la fecha cuenta con 800,000 millones de dólares en sus reservas monetarias gracias a una explotación inteligente y compartida de sus yacimientos ubicados en el Mar del Norte! Imposible olvidar el experimento brasileño que, en un sola década, logró que PETROBRAS se ubicara entre las primeras cinco compañías del ramo en el mundo con un éxito notable en lo referente a la generación doméstica de riqueza que le permitió rescatar de la miseria a 28 millones de brasileños durante los 2 mandatos de Lula. Sin embargo, el complejo indígeno-nacionalista de ciertos políticos retardatarios impide que México pueda despegar a las alturas que le corresponde.
Lo anterior viene al cuento porque Índigo reveló el miércoles pasado que Pemex volvió a maquillar sus estados financieros —remember Pemexgate— esta vez para esconder un supuesto fraude del orden de 30,000 millones de dólares, el mayor desfalco del que se tenga noticia en la dolorida, muy dolorida, historia de México, crimen perpetrado en contra de la nación durante la actual administración. ¿Qué fueron las antiguas paraestatales si no el botín de políticos y sindicatos que se enriquecieron impúnemente con el tesoro público? ¿De qué le ha servido el petróleo nacionalizado a 50 millones de mexicanos sepultados en la miseria? Y a pesar de esta patética realidad incontestable, a pesar de que somos un país petrolero que importa 18,000 millones de dólares al año de gasolina y otra monstruosidad de Diesel; a pesar de que el 65% del valor de la la empresa ya es propiedad del sindicato si no se pierden de vista los pasivos laborales; a pesar de los desfalcos y el caos, todavía sale López Obrador con un discurso energético extraido del paleolítico tardío para insistir en el suicidio colectivo ignorando la realidad nacional e internacional.
No es posible votar por quien grita aquello de Muera la Inteligencia y tira al bote de la basura las fórmulas del rescate mexicano y que no sólo propone aumentar los subsidios a las gasolinas que ya importan cientos de miles de millones dólares, sino que además designaría a Cuauhtémoc Cárdenas como director de Pemex después de su catastrófica gestión en Michoacán y en el DF. Lo que hubiéramos podido hacer con 30,000 millones de dólares. ¿Dónde están? ¿Quién maquilló los estados financieros? ¿Y la Secretaría de la Función Pública? ¿La qué…? ¡Horror…!