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Considerada una de las mujeres más longevas de México, a sus 118 años de edad, Lucía Adame Escobar conserva su espíritu independiente y se mueve sin usar lentes ni bastón, y afirma que sigue adelante gracias a los beneficios que le otorga la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), a través de programas como 70 y más y el Instituto Nacional para la Atención de las Personas Adultos Mayores (Inapam).
Lucía Adame sigue adelante, a sus 118 años, gracias a los programas sociales
Mujer de baja estatura, morena, esbelta y con una mirada que conserva el brillo, se declara una guerrera invencible, que ha sabido ser madre, amiga, abuela y soldadera, entre otras muchas profesiones.
Hija de Catarino Adame y Florentina Escobar, fue hermana de 21; madre de 12; abuela de 34; bisabuela de 40 y mujer de un solo hombre, Vicente Zepeda Rodríguez, soldado revolucionario, de quien enviudó hace casi medio siglo.
Lucía recuerda que procreó a sus 12 hijos durante la Revolución Mexicana cuando, como soldadera, seguía fielmente a su esposo a lo largo y ancho del país, pero principalmente a los estados de Puebla, Veracruz y Chiapas.
Sus primeros años de vida los pasó en una pequeña casa, escondida en el sótano, en el municipio de Cuencamé, Durango, con sus abuelos. Después de vivir en Coahuila, regresó a Durango, donde se estableció de por vida.
Para vivir, ella y sus hijos juntaban cargas de leña, recogían maíz, frijol, nopales y otros alimentos para comer y para vender. A la fecha, le sobreviven cuatro de sus 12 hijos.
Dice que el secreto para vivir tantos años es tener ganas de hacerlo, no renegar, no buscar conflictos con nadie y ser una madre entregada.
Lucía es beneficiaria del programa 70 y más de la Sedesol, que le otorga un subsidio de mil pesos bimestrales, además de tener una de las seis millones de tarjetas del Inapam que la hacen susceptibles de obtener descuentos en la compra de bienes y servicios en más de 15 mil establecimientos comerciales del país.
Lucía comenta que recibe atenciones de mucha gente, como cuando personal del Inapam va a su casa cada 15 días, para llevarle despensas, asistencia médica y asesoría en trámites o servicios.
Afirma que aún se siente con mucha fuerza para seguir adelante, pues todavía es capaz de subirse al camión que la lleva al centro a comprar alimentos y otras cosas, así como caminar prolongadas distancias: nunca he usado lentes, ni los usaré; ¡tampoco el bastón! Me siento bien, igual que cuando era joven.
Al comparar los tiempos pasados con los actuales, Lucía señala que hoy los padres no dedican tiempo suficiente a los hijos ni les imponen reglas. Yo eduqué a mis hijos sin un solo grito, pero con mucha autoridad.
La soldadera de la Revolución sentencia que hay que mantenerse activos para no envejecer, por lo que agradece el programa de envejecimiento activo del Inapam, que dispone de espacios comunitarios para la convivencia, el esparcimiento y para terapias psicológicas, educativas, de artes y oficios, de prevención de salud y capacitación para el trabajo, en todo el país.