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CIUDAD DE MÉXICO, 24 de agosto.- Las circunstancias eran demasiado típicas en una guerra contra las drogas en la cual las emboscadas carreteras con vehículos deportivos blindados son el pan de todos los días. Pero en la emboscada del viernes, el vehículo pertenecía a la Embajada de los Estados Unidos, los heridos eran dos empleados estadounidenses y los asaltantes, policías federales mexicanos.
Los empleados de la Embajada iban a las 8 de la mañana por una carretera a 56 km de esta capital, rumbo a una Base Naval mexicana. El Departamento de Estado de EE. UU. se negó a identificarlos, lo mismo que al organismo o departamento para el que trabajaban -casi todas las ramas del gobierno federal estadounidense están representadas en México-, si bien la Administración de Control de Drogas (DEA) dijo que no eran empleados suyos.
Navales registran el vehículo donde dos empleados del gobierno estadounidense fueron baleados el viernes.
Su vehículo llevaba placas diplomáticas. Esto puede parecer adecuado para proporcionar protección ante agresiones, pero no en México, donde el año pasado un agente de Control de Inmigración y Aduanas fue asesinado y otro resultó herido tras unja emboscada carretera por un grupo armado que, según las autoridades, los confundió con integrantes de una célula rival.
En la emboscada del viernes, el gobierno mexicano reconoció que las circunstancias fueron turbias. En un comunicado, dijo que el interrogatorio a los policías federales continuaba en marcha. El saldo preliminar emitido por el gobierno mexicano describía un tiroteo continuo.
En el vehículo de la embajada también iba un capitán de la Marina mexicana, quien estaba llevando a los estadounidenses a un centro de entrenamiento en la Base mexicana. El deportivo iba por una vía secundaria cerca de la carretera principal cuando unos pistoleros en otro vehículo se acercaron, mostraron sus armas y abrieron fuego. El vehículo de la embajada fue perseguido luego por otros tres automotores.
En un momento, se intercambiaron disparos entre los tres vehículos y el S.U.V. de la embajada. El comunicado no aclara cuál de los perseguidores era un vehículo de la Policía Federal (si es que era un vehículo de la Policía Federal) y cuándo abrieron fuego los oficiales.
El conductor de la camioneta de la Embajada llamó a la Base Naval, pero la ayuda llegó hasta después del tiroteo.
En su declaración, el gobierno dijo que el vehículo de la Embajada fue alcanzado por disparos de la Policía, pero no aclaró si los empleados estadounidenses heridos (quienes fueron hospitalizados y se espera sobrevivan) habían sido alcanzado por balas de la Policía Federal. Funcionarios del Departamento de Estado estadounidense dijeron que están coadyuvando con las autoridades mexicanas en la investigación.
El personal de la Embajada de Estados Unidos no suele ser un objetivo en las batallas campales que involucran drogas y grupos del crimen organizado -enfrentamientos en que han muerto más de 50,000 personas en los últimos seis años.
Aun así, funcionarios estadounidenses han sido atrapados por la violencia.
En 2010, una empleada del Consulado Americano en Ciudad Juárez, urbe en la frontera con Texas que es una de las más violentas de México, fue asesinada junto con su marido en lo que se cree constituyó un caso de identidad equivocada.
El 5 de febrero de 2011, agentes de Inmigración y Aduanas -Jaime Zapata, quien fue asesinado, y Víctor Ávila, herido- habían recogido equipo no especificado y regresaban a la Ciudad de México, cuando sicarios orillaron a salir de la carretera a su Chevrolet Suburban, también con placas diplomáticas, y dispararon contra ellos.
No se ofreció ningún motivo, pero el mexicano Julián Zapata Espinoza fue acusado de asesinato y extraditado a Estados Unidos, donde se le enjuiciará.
Funcionarios del Departamento de Estado de EE. UU. dijeron entonces que los procedimientos de viaje se revisarían.
Pero tanto los criminales como las fuerzas del orden se han visto involucrados en balaceras contra inocentes, en particular quienes se trasladan en vans o S.U.V.s.
Grupos de derechos humanos han criticado al Ejército mexicano, en particular sobre una serie de tiroteos en retenes en los que han matado a civiles sin conexión aparente con el crimen organizado.
El episodio más reciente motiva preguntas adicionales sobre la formación de la Policía Federal mexicana.
Apenas la semana pasada, todos los 348 oficiales asignados al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México fueron reemplazados después de que tres policías federales fueran acribillados en el área de comida de una terminal llena de gente por colegas suyos, sospechosos de participar en el tráfico de drogas. ( RANDAL C. ARCHIBOLD / Karla Zabludovsky / The New York Times)