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Woody Allen ha demostrado que es un cineasta capaz de crear comedias inteligentes y de factura impecable. En su filmografía aparecen títulos imprescindibles como “Manhattan” “Annie Hall” e “Interiores”. Su carrera parece estancada y su chispa creativa cada vez luce más apagada. Desde “La provocación” (Match point) en 2005, el trabajo del director neoyorkino se ha venido a pique.
Afortunadamente para Allen, sus fans son muy fieles. Tan fieles que están dispuestos a aceptar con beneplácito cualquier mala película siempre y cuando venga firmada por él. La prueba es que “Medianoche en París” estuvo nominada al Oscar por Mejor Guión Original a pesar de ser uno de los libretos más fallidos de este autor.
En vez de reactivarse, Woody ha decidido irse de vacaciones y ganarse la vida haciendo postales turísticas. Su recorrido ha sido: Barcelona, Londres, París y ahora le tocó el turno a Roma. Su más reciente filme “De Roma con amor”, sigue la tónica de comercial para oficina de turismo con estética de estampa donde se le da más relevancia al lucimiento de edificios representativos de la ciudad.
La cinta entreteje cuatro historias:
Jerry (Woody Allen) es un director de ópera norteamericano que llega a Italia con su esposa para conocer a su futuro yerno. Allí descubre que su consuegro es un gran cantante, pero sólo puede hacerlo mientras se baña.
Leopoldo (Roberto Begnini), un hombre común y corriente que es confundido con una estrella mediática y empieza a ser perseguido por los paparazzis.
John (Alec Baldwin), un famoso arquitecto que quiere revivir su juventud cuando conoce a Jack (Jesse Eisenberg), un chico que le recuerda a él mismo cuando era joven. Gracias a ello conoce a Mónica (Ellen Page), una chica vivaz de la que se enamorará perdidamente.
Y Anna (Penélope Cruz), una prostituta que se hace pasar por la novia de un joven cuyos padres son bastante conservadores.
Las cuatro historias son referentes a viejos tópicos en la filmografía de Woody Allen. Mezclando elementos del absurdo, la comedia de enredos, los temas sexuales y los chistes intelectuales. Existen problemas de integración en las tramas porque el guion no logra unificarlas de manera coherente. La idea de retomar el concepto de cine italiano de los años 70, donde los filmes estaban integrados por cortometrajes dirigidos por directores famosos, no termina de concretarse en las manos del cineasta norteamericano.
A su favor tiene el juego de puntos de vista de cada personaje, así como los elementos fantasiosos que se incorporan a la comicidad. Woody Allen se encuentra en una encrucijada donde tiene la oportunidad de renovarse creativamente o de plano renunciar a la cinematografía y abrir su propia agencia de viajes.
Lo mejor: reunir a un gran elenco, algunos momentos chuscos y los juegos perspectivas y comentarios de los personajes.
Lo peor: el guion tiene deficiencias estructurales, y los emplazamientos le dan mayor cuidado a las locaciones que a las necesidades narrativas y dramáticas del filme.