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Lunes 19 de noviembre.- La crisis de la mediana edad, esa etapa transitoria de cuestionamiento y apatía que se sufre (no necesariamente) más o menos pasados los cuarenta, no es exclusivamente humana. Investigadores han encontrado evidencias de que grandes simios como chimpancés y orangutanes también pasan por estos bajones anímicos en la plenitud de sus vidas. Claro que ellos no tienen hipotecas, divorcios, despidos laborales ni ninguna de las parafernalias de la vida moderna, lo que lleva a pensar que la causa de estas sensaciones subjetivas va más allá del artificio que nos hemos inventado como sociedad y quizás tenga profundas raíces biológicas o evolutivas.
En la investigación, publicada en la revista Proceedings de la Academia Nacional de Ciencias de EE.UU., un equipo internacional de primatólogos y psicólogos se propone poner a prueba la teoría de que el modelo de bienestar del ser humano durante su vida podría haber evolucionado de los ancestros comunes que compartirmos con los grandes simios. Este modelo tiene forma de U, de manera que el bienestar o la felicidad son altos en la juventud, caen en la edad madura y se incrementan de nuevo en la vejez. Los científicos se dieron cuenta de que lo mismo les ocurre a chimpancés y orangutanes. Con la diferencia, claro está, de que ellos no se compran un deportivo ni eligen una pareja mucho más joven para aliviar sus penas.
Los autores estudiaron a 508 grandes monos (172 orangutanes y 336 chimpancés) alojados en zoológicos y santuarios de Estados Unidos, Japón, Canadá, Australia y Singapur. El bienestar de los simios fue evaluado por los cuidadores, voluntarios e investigadores que les conocían bien. El grado de felicidad fue marcado con una serie de factores adaptados de categorías humanas.
«El modelo en U de la felicidad humana no puede estar causado por las hipotecas, las rupturas matrimoniales, los teléfonos móviles o cualquiera otro exceso de la vida moderna. Los monos también sienten un bajón pronunciado en la mitad de la vida y no tienen ninguna de esas cosas», señala Andrew Oswald, de la Universidad de Warwick.
En su trabajo, el equipo señala que sus hallazgos no descartan la posibilidad de que los acontecimientos económicos o las fuerzas sociales y culturales contribuyan a que las personas experimentemos los sentimientos de la crisis de la mediana edad. Sin embargo, ponen de relieve la necesidad de considerar las explicaciones evolutivas y biológicas. Por ejemplo, los individuos que están satisfechos en esa etapa de su vida podrían tener menos recursos para mejorar su situación o pueden ser menos capaces de identificar situaciones perjudiciales para ellos o sus familias. (ABC)