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MADRID, 26 de diciembre.- Que no sólo los niños tienen miedo al dentista es un secreto a voces. También los mayores temen acudir a la consulta del especialista, lo que repercute en una salud bucal pobre que acarrea problemas odontológicos de todo tipo. Según una revisión de estudios de la plataforma Miedoaldolor.com, en la que participa la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés (SEAS) entre otras, nada menos que una de cada cuatro personas padece dentofobia –pavor injustificado al dentista–.
La duda que se plantea es si existe algún factor que propicie dicho temor. Y la respuesta es afirmativa. Características hereditarias –como tener el pelo rojizo– y psicológicas –como que el padre también sufra miedo– predisponen a padecerlo. «Los factores genéticos influyen en la sensibilidad al dolor, pero también la experiencia que se haya tenido con él y factores psicológicos que se crean desde la infancia», explica el doctor Martín Romero, profesor de la madrileña Universidad Rey Juan Carlos.
En cuanto al color de pelo, el rojizo está relacionado con una variación del gen receptor de la melanocortina-1 (MC1R). Los investigadores comprobaron en un grupo de 62 pelirrojas y 62 morenas que las primeras sufrían más miedo al dentista que las segundas. En concreto, concluyeron que el cabello rojo y el gen MC1R estuvieron «significativamente vinculados a mayores niveles de ansiedad dental». Estudios anteriores habían revelado que la presencia de la variación genética del MC1R estaba relacionada con una mayor sensibilidad al dolor y la analgesia.
Pero no sólo el color de pelo determina el nivel de miedo que se desarrolla. El doctor Romero dirigió un estudio publicado en el número de septiembre de la revista International Journal of Paediatric Dentistry en el que se demostró que son los progenitores masculinos los que más transmiten ese miedo, por encima de las madres. «Junto con la presencia de transmisión emocional del miedo dental entre los miembros de la familia, identificamos el papel relevante que los padres juegan en lo referido a la transferencia de ese temor», afirma Romero.
Atisbos de esperanza se abren poco a poco para quienes acudir al dentista supone una auténtica pesadilla, por ejemplo a través de la realidad virtual. «Hemos comprobado que los pacientes que utilizan un sistema de realidad virtual están tan enfrascados en su mundo que se olvidan de que están en el dentista, por lo que ya no están esperando que les vaya a doler nada, que es, de hecho, lo que condiciona la aparición del dolor», explica el doctor Romero.
Varias clínicas dentales utilizan ya un sistema de realidad virtual en 3D diseñado en España para suprimir el miedo al dolor. Se llama Isla Calma, y se autodefine como «un entorno virtual interactivo relajante, diseñado para distraer al usuario de situaciones dolorosas, ansiógenas o estresantes». Con esta nueva técnica, «la mayoría de los pacientes reportaron menos intensidad del dolor», afirma un estudio de la Universidad de Barcelona sobre el uso de realidad virtual en consulta. Este resultado era menor en el caso de realidad virtual pasiva –como ver una película en 3D– que en la activa –en la que se interactúa con el juego)–. (ABC)