471 palabras
Martes 5 de febrero.- Siberia es una de las regiones más inhóspitas de la antigua Unión Soviética. Quizá por ello, fue la que escogió la familia Lykkov cuando, en 1936, decidió vivir alejada de toda civilización por motivos políticos y religiosos. Según cuenta Álvaro Ibáñez en el blog “Microsiervos”, los cuatro miembros de esta familia —el matrimonio y dos hijos— encontraron refugio en una montaña situada en el distrito de Abakan, cerca de la frontera con Mongolia y a 250 kilómetros de la ciudad más cercana.
Seis miembros de la familia Lykkov sobrevivieron sin contacto con la humanidad en plena taiga siberiana.
Allí nacieron dos hijos más y no tuvieron ningún contacto con otro ser humano durante cuarenta años, aunque los hijos sabían de la existencia de ciudades, objetos y de otra gente a través de las lecturas de la Biblia. En esas cuatro décadas, la vida de los Lykkov fue extremadamente dura. Con el paso del tiempo, los objetos que habían llevado con ellos acabaron rompiéndose y tuvieron que fabricarse sus propias ropas y herramientas con los materiales naturales que tenían a su alcance.
Además, vivieron en permanente hambruna, debido a que las cosechas eran cada vez más escasas a causa de las plagas y el frío del lugar y, aunque los hijos aprendieron a cazar, la carne que proporcionaban los animales del bosque era escasa. Alejados de cualquier núcleo de población, la casualidad hizo que esta familia no se encontrase con otro ser humano hasta 1978. Ese año, fue descubierta por unos geólogos que sobrevolaban la zona en helicóptero. A pesar de que su lenguaje se había deteriorado bastante por la falta de práctica, los Lykkov lograron comunicarse con ellos y atendieron atónitos a la explicación de algunos de los acontecimientos más importantes ocurridos en esos años, como la Segunda Guerra Mundial o la llegada del hombre a la Luna.
La increíble historia de esta familia ha sido desvelada recientemente en un artículo del Smithsonian Magazine, que relata que, aunque los geólogos les regalaron utensilios como tenedores, cuchillos o una linterna, además de algunas semillas y sal, lo que más llamó su atención era una pequeña caja que tenían en el campamento. Acaban de descubrir la televisión. (ABC)