827 palabras
CIUDAD DE MÉXICO, 2 de abril.- Si bien es polémica la cifra de desaparecidos durante la administración de Felipe Calderón -26 mil 121 personas-, resulta escandaloso que sólo sean 3 mil 879 menos que los registrados durante la dictadura militar que gobernó Argentina entre 1976 y 1983, que inició con el mandato de Jorge Videla.
La cifra de desapariciones en México fue dada a conocer por la Secretaría de Gobernación en la actual administración.
En Argentina, organizaciones civiles, el grupo de Madres de la Plaza de mayo y Abuelas de Plaza de Mayo, estimaron que desaparecieron alrededor de 30 mil personas durante la dictadura.
Así lo publica este día el diario Reforma en una comparativa que hace de las dos administraciones, dando el contexto en el que se presentó el fenómeno.
Destaca que las desapariciones en México se dieron en el marco de la lucha contra el narcotráfico que instrumentó Felipe Calderón en su sexenio, en tanto que en 1976, la cúpula militar da un Golpe de Estado y se imponen juntas castrenses para gobernar Argentina.
Los malquerientes de Felipe Calderón andan comparándolo con el dictador argentino por excelencia, Jorge Rafael Videla. Es una “malquerencia” que vas más allá de Felipe Calderón en sí: ataca los cimientos de una ética política naciente que buscan aplastar a como dé lugar.
El rotativo ofrece el dato histórico: bajo la dirigencia de Jorge Rafael Videla, Roberto Eduardo Viola, Leopoldo Fortunato Galtieri y Reynaldo Benito Bignone se implementó como política de Estado una Guerra Sucia para desaparecer a opositores.
Como se recordará, Videla, de 87 años de edad, está encarcelado por las desapariciones desde 1985. Enfrenta dos penas de reclusión perpetua y otra de 50 años por crímenes de lesa humanidad y robo de bebés entre 1976 y 1981.
En 2011, el abogado mexicano Netzaí Sandoval presentó ante la Corte Penal Internacional (CPI) una demanda contra Felipe Calderón y parte de su gabinete de seguridad –respaldada con más de 23 mil firmas–, así como contra los integrantes del Cartel de Sinaloa, por la comisión de diversos delitos de lesa humanidad, ocurridos en el contexto de la guerra contra el crimen organizado.
Por su parte, el exgobernador de Coahuila, Humberto Moreira, anunció que interpuso una denuncia ante la misma instancia de La Haya en contra del panista por crímenes de lesa humanidad. (SDP)
Nota Editorial.- Amigo lector, mi obligación es pasarte la nota tal cual, pero no llega hasta el punto de escoder mi opinión con respecto al contenido de la misma. Y el contenido de esta nota apesta. ¡No hay mejor adjetivo! Es todo un asco. Es una interpretación política sucia a hechos totalmente desconectados entre sí.
¿Alguien en su sano juicio, o que sepa el mínimo de política nacional, puede siquiera sospechar o sugerir que Calderón haya intencionalmente ordenado la desaparción de esas 28000 personas?
Es obvio que se trata de la política mediática más sucia y asquerosa, de esas que solo en México se pueden producir con la perfección que se van dando. De lo que se trata es de destruir mediáticamente todo lo que tenga que ver con el gobierno de Calderón: lo odian los de la izquierda extrema porque les ganó por un pelito. Eso ¡no lo han logrado digerir! ¿Cuándo van a crecer?
Y los del PRI, ¿qué quisieran? ¿Callar a Calderón? Sería lo más lógico: Calderón sabe, lo vivió en carne propia, al igual que lo sufrimos todos los mexicanos, la suciedad con que gente del partido que hoy gobierna México se burlaba sin vergüenza de cuanto trato hubiesen hecho con el panismo. Fue una burla constante, como la que ahora hacen al presumir las “reformas” que, más que negarle al panismo, ¡se las negaron a México!
Es una delito perverso histórico tratar de vincular, aunque sea remotamente, una sola desaparición, a un acto de violencia moral o física ordenado por Felipe Calderón Hinojosa.
Cuando en un pueblo como el mexicano, la mentira es la que trasciende a la historia —es la que se cuenta entre generaciones— El Progreso se vuelve tarea difícil o, de plano, casi imposible, a menos que los “méritos” —totalmente falsos— se los lleve el grupo que cree haber heredado la batuta de los poderosos autóctonos de antaño.