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HOUSTON, Texas, a 18 de julio del 2013.- La misión Kepler de la NASA está ayudando a los científicos en la búsqueda de nuevos mundos con posibilidad de albergar formas de vida.
Según han indicado los expertos, se trata de hallar planetas lo más parecidos posible a la Tierra: con su tamaño, algunos elementos químicos similares y que orbite a una distancia adecuada de su estrella, es decir, en la zona conocida como habitable.
Hasta ahora solo unos pocos cumplen algunas de estas características, pero no todas a la vez, de ahí que la búsqueda de un gemelo de la Tierra "siga en curso", según ha apuntado la NASA.
Para ello, la misión Kepler ha iniciado una nueva etapa en la que, no solo busca planetas similares en apariencia a la Tierra, sino que se centra en estudiar las zonas habitables de las estrellas, allí donde las temperaturas son "ideales" para la existencia de agua líquida, el ingrediente esencial para que exista la vida tal y como se conoce.
La NASA ha explicado que un planeta situado en esta zona no sería necesariamente el hogar de grandes criaturas, pero tendría la posibilidad de albergar algún tipo de vida, incluidos los microbios. En un nuevo estudio, los investigadores con sede en el Instituto de Ciencia de Exoplanetas de la NASA han analizado la ubicación de un planeta llamado Kepler-69c y su zona habitable.
El análisis muestra que este planeta, que es 1,7 veces el tamaño de la Tierra, se encuentra a las afueras del borde interior de la zona, lo que hace que sea más un Súper-Venus de un Súper-Tierra.
El autor de la investigación, publicada en The Astrophysical Journal, Stephen Kane, ha explicado que, para determinar la ubicación de la zona habitable de una estrella, primero hay que conocer la cantidad de radiación total que esta emite.
Las estrellas más masivas que el Sol es más caliente y emiten mayor radiación, por lo que sus zonas habitables están más lejos. Del mismo modo, las estrellas que son más pequeñas y más frías las acercan más. Por ejemplo, el planeta Kepler-62f, descubierto por Kepler en órbita en el medio de una zona habitable alrededor de una estrella fría, orbita más cerca de su estrella que la Tierra. El planeta tarda sólo 267 días en completar una órbita, en comparación con los 365 días de la Tierra.
Conocer con precisión la distancia a una zona habitable de una estrella depende también de la química. Las moléculas de la atmósfera de un planeta absorben una cierta cantidad de energía de luz de las estrellas e irradian el resto de vuelta, de ahí que sea un dato importante para la posibilidad de vida.
En este sentido, los investigadores han utilizado este tipo de información química para desplazar la zona habitable de Kepler-69c más lejos de los que se pensaba. "La comprensión de las propiedades de la estrella es fundamental para determinar las propiedades planetarias y calcular la extensión de la zona habitable en ese sistema", ha apuntado Kane.
Pero este no es el único aspecto a estudiar. Antes de comprobar que la zona en la que está situado el mundo es habitable ya se ha realizado una preselección, que incluye el estudio de la superficie del planeta.
Si son habituales las erupciones y fuegos, por ejemplo, se descarta la posibilidad de vida, aunque el planeta esté a buena distancia de su estrella. "Hay un montón de preguntas sin respuesta acerca de habitabilidad", han concluido los investigadores, que han señalado que aún queda mucho trabajo por hacer de cara a encontrar vida en el Universo.
Para que un planeta pueda albergar vida como en la Tierra debe ubicarse en la "zona habitable" de su sistema planetario. Los científicos de la NASA buscan esa condición en los planetas que han sido localizados con sus telescopios Otros factores como sus condiciones químicas en la superficie y atmósfera determinan su habitabilidad.
Tal como la conocemos en la Tierra, la vida requiere de ciertos elementos que la NASA aún no ha encontrado fuera del planeta con precisión, pero sus esfuerzos científicos y tecnológicos aún continúan para hallar al planeta llamado Ricitos de Oro que tenga las condiciones apropiadas.
Uno de los principales requisitos para que un planeta pueda albergar vida es su ubicación, la cual debe estar a una distancia adecuada de la estrella que orbita considerada como “la zona habitable” que está rastreándose con ayuda de los telescopios de la agencia espacial.
“La misión Kepler de la NASA está ayudando a los científicos en la búsqueda de estos planetas, a veces llamados planetas Ricitos de oro por el cuento de hadas, ya que orbitan espacios donde las condiciones son justo las adecuadas para la vida”, dijo la NASA.
La agencia describe así cómo es que sus científicos del Instituto de Ciencia de Exoplanetas, con ayuda del telescopio espacial Kepler, han encontrado apenas “unos pocos” planetas que podrían tener las condiciones adecuadas y que por su tamaño mayor a nuestro planeta, según una nota publicada en su web.
“La zona habitable es el cinturón alrededor de una estrella donde las temperaturas son ideales para que el agua líquida —un ingrediente esencial para la vida tal como la conocemos— llene la superficie de un planeta”, explicó la agencia.
La Tierra está ubicada en ese espacio habitable, pues más allá el planeta sería demasiado frío para la vida, y por el contrario más cerca de nuestra estrella sería muy caliente y evaporable.
“Ese planeta perfecto Ricitos de Oro dentro de la zona no sería necesariamente el hogar de criaturas peludas”, como las de nuestro planeta, dice la NASA. “Pero tendría la posibilidad de sostener algún tipo de vida, incluso microbios”.
Uno de los candidatos que han sido localizados es el planeta Kepler-69c, el cual es 1.7 veces más grande que la Tierra pero que se ubica más cerca de su estrella que la Tierra, lo que ha puesto bajo la lupa si tiene las condiciones apropiadas.
“Para determinar la ubicación de la zona habitable de una estrella, primero hay que conocer la cantidad de radiación total que emite. Estrellas más grandes que nuestro Sol son más calientes y emiten más radiación, por lo que sus zonas habitables están más lejos”, explica la NASA.
Otras estrellas, por el contrario, son más pequeñas y hacen que varíe esa zona habitable, como el caso del planeta Kepler-62f que orbita una “estrella más fría” en donde un año terrestre se cumple en 267 días.
Pero también la química es evaluada para la proliferación de la vida. La energía que absorbe y rechaza un planeta de su estrella en la atmósfera determina su capacidad para albergar organismos, según una investigación que realiza la Universidad de Penn State.
"Hay un montón de preguntas sin respuesta acerca de habitabilidad", dijo Lucianne Walkowicz, miembro del equipo científico de Kepler en la Universidad de Princeton, Nueva Jersey.
"Si el planeta es abrumado por radiación en todo momento por las llamaradas de su estrella madre, la superficie no puede ser un lugar muy agradable para vivir. Pero, por otro lado, si hay agua líquida alrededor hace un muy buen escudo de la alta energía de radiación, así que tal vez la vida pudiera prosperar en los océanos", según Walkowics.
Por lo pronto la NASA prepara el lanzamiento de otro telescopio espacial, llamado James Webb, que tendrá tecnología para analizar las atmósferas de los planetas que estén en la zona habitable de los sistemas planetarios, pero que sean más grandes que la Tierra para poder ser analizados desde miles y miles de años luz de distancia. (La Vanguardia.com\CNN)