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TORREON, Coahuila, 13 de abril.- José Daniel Guerrero abandonó la cancha del Estadio Corona entre lágrimas, con el rostro descompuesto, abrazado por compañeros, cuerpo técnico y futbolistas de Santos, que trataban de reconfortar al canterano de Atlante que ayer vivió su primer descenso como profesional. Santos se impuso 4-3 a los Potros y con ese resultado los de Quintana Roo perdieron la categoría, situación que provocó que El Chepe, hombre que siente los colores de la institución, se rompiera.
Las caras de todos los azulgranas eran de tristeza, pero lo de Guerrero y Luis Gerardo Venegas fue especial. Ambos jugadores se formaron en Atlante, quieren a la institución y saben lo que significan los 98 años que están por cumplir la próxima semana, y que tendrán que festejar ya como club de Liga de Ascenso.
Pablo Marini, estratega argentino, quien quiso entrar al quite en la fecha tres del torneo, a pesar de que lucía casi imposible sacar el barco a flote, se acercó, con el rostro desencajado, a José Daniel. Intentó animarlo, pero todo fue inútil. Al final quizás el técnico terminó con peores sensaciones que uno de sus mejores hombres durante el torneo.
Mientras *Chepe fue acompañado, siempre abrazado de algún compañero o rival rumbo al vestuario, a lo lejos se veía a Marini caminar a prisa hacia el vestidor, con la cabeza agachada, quizá pensando en el gol que Yosgarth Gutiérrez se comió en el primer tiempo y que le abrió la puerta a Santos a la victoria, o tal vez en el penal que Michael Arroyo falló en el inicio del segundo tiempo y que ahora mismo tendría con algo de vida a su plantel.
A pesar de que con la victoria los de Torreón dieron un paso firme hacia la Liguilla y se colocaron en la tercera posición de la clasificación, los dirigidos por Pedro Caixinha guardaron para otra ocasión los festejos eufóricos, probablemente conscientes de lo que sucedía con sus contrincantes, de que una franquicia histórica en nuestro balompié había perdido la categoría.
No importó que Carlos Darwin Quintero fuera el héroe de la noche con tres anotaciones –el otro fue obra de Javier Abella-, apenas escuchó el silbatazo final el colombiano levantó los brazos, se persignó y se quedó inmóvil en la cancha, observando el dolor que embargaba a los jugadores vestidos de azul y grana.
Del otro lado, además de dolor e incertidumbre sobre lo que pasará con sus carreras, los atlantistas abandonaron la cancha molestos, frustrados, sabiendo que fallaron en sus dos áreas, en momentos puntuales, como lo fue el yerro de Yosgarth en la primera mitad, el cobro del penal al travesaño de Michael Orozco y la desconcentración en defensa cuando se habían puesto 3-2 con 10 minutos por delante y que permitió que Santos clavara el cuarto.
Con el silbatazo final vinieron las lágrimas de Chepe Guerrero, los esfuerzos de Marini por contenerlas, los rostros duros de todo un plantel que perdió la categoría y el dolor de miles de aficionados que, una vez más, vieron descender a su equipo. (Agencias)