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Aunque Russell Crowe es famoso por su mal carácter y sus desplantes a reporteros y fans, no puede negarse su talento actoral. En el filme de suspenso titulado "Los próximos tres días", Crowe logra otra magnífica interpretación dando vida a un padre de familia al límite de la desesperación.
John Brenan es un hombre que sufre por el encarcelamiento de su esposa Lara, acusada de asesinato. John cree ciegamente en su mujer y busca por todos los medios legales demostrar la inocencia de Lara. Una vez agotados los recursos, se ve forzado a tomar medidas extremas. En una trepidante carrera de 72 horas, John tendrá que burlar al sistema judicial estadounidense si quiere volver a reunir a su familia.
El autor de esta cinta es el oscarizado Paul Haggis ("Crash"), que además de dirigir también se encarga del guión. En realidad es un remake de una cinta francesa ("Pour elle") realizada en 2008; pero el trabajo de Haggis logra superar a la original.
Los próximos tres días es la primera gran película estrenada en 2011. La base del suspenso es de clara influencia hitchocockniana: un falso culpable y un personaje ordinario forzado a situaciones extraordinarias. Brenan se enfrasca en una peligrosa travesía para liberar —por la fuerza— a Lara y escapar juntos del país.
Los tres años en que John traza su estrategia para la fuga están narrados con una fluidez impecable y una edición tan perfecta que el metraje de 2 horas y media se va como agua entre los dedos. Las emociones se sostienen por situaciones intensas y un riguroso manejo de cámaras. El talento de Haggis para escribir historias es lo que hace la gran diferencia: un ritmo preciso, giros sorprendentes, personajes bien delineados, escenas encadenadas y una trama estimulante, más que suficiente para tener al espectador al filo de la butaca.
Una relectura del filme deja ver una crítica a la ineficacia del sistema judicial y penitenciario de Estados Unidos. La idea de una nación con una seguridad sofisticada e impenetrable parece no convencer a Haggis. Además de este quisquilloso planteamiento se abordan las complejidades de la culpa, la expiación y el desespero.
Lo mejor: la actuación de Russell Crowe y el inmejorable guión adaptado de Paul Haggis.
Lo peor: la musicalización tiene algunos momentos criticables.