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Tres estrellas
Como un Carnaval, "Río" es un espectáculo multicolor lleno de música y coreografías. A la más pura tradición de Disney, la empresa productora Blue Sky nos ofrece la historia de un guacamayo azul que por crecer tan domesticado no aprendió a volar.
La aventura de Blu comienza al ser enviado a una reserva de aves en Brasil con el objetivo de reproducirlo con una hembra de su misma especie. Ambos guacamayos son robados por traficantes de aves exóticas. La dueña de Blue, Linda, comienza la búsqueda de las aves acompañada del profesor Tulio.
Algunas partes del filme parecen inspiradas en "Los tres caballeros", ese largometraje de 1944, donde el Pato Donald, un perico llamado José Carioca y el Gallo Pancho Pistolas viajaban por Sudamérica mostrando paisajes exóticos a través de números musicales.
Hay una visión de estampa turística al retratar a Río de Janeiro. Incluso las favelas se vuelven escenario de Walt Disney. Lo acertado en "Río" es como la música juega un papel muy importante en la atmósfera del filme. Las intervenciones musicales son una auténtica delicia tanto en canciones como en coreografías.
Sin embargo el problema de esta película es, una vez más, el doblaje. El trabajo de voz contraviene el sentido visual de "Río". Los brasileños hablan como chilangos de Tepito y da la sensación de estar viendo una película y escuchando otra. ¿Es tan difícil contratar buenos actores de doblaje?
De entre los inconvenientes de "Río" destaca la manera tan superficial en que aborda el tema de las aves enjauladas. Estos animales están hechos para volar y ser libres, no para vivir dentro de una jaula. Es triste que aún haya gente sin entender que los pájaros no nacen para ser mascotas. Esa falta de sentido común ha provocado el exterminio de muchas especies. En sus primeros minutos la película plantea los problemas de la domesticación de aves, pero luego cede a una historia más convencional.
Es precisamente el convencionalismo lo que le impide a "Río" volar más alto. Una historia muy ajustada a los cánones de Disney: animales que hablan, personajes graciosos, una historia de amor, números musicales, un malévolo villano rodeado de asistentes tontos, persecuciones y un desarrollo muy predecible de la trama.
Sin embargo, hay que reconocerle que su director, el brasileño Carlos Saldanha, sabe capturar la esencia del folclore turístico de Río de Janeiro, especialmente en sus caleidoscópicos momentos musicales.
Lo mejor: la música, la secuencia del sambódromo, los números musicales que no están doblados —afortunadamente son la mayoría— y la colorida animación.
Lo peor: que deja mejores temas en el tintero por desarrollar una historia convencional y el doblaje —uno de los peores que se han hecho en México para una película infantil.