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Insuficientes servicios y mala organización por parte del Ayuntamiento de Mérida en el festejo del día del niño en Animaya ocasionaron largas colas, hasta en la venta de refrescos, y pusieron en entredicho la seguridad de los visitantes, especialmente de los menores.
Superado por el río de gente que desde temprano acudió al nuevo zoológico ubicado en el poniente de la ciudad, el personal del Ayuntamiento de Mérida no midió consecuencias, ya que para evitar más reclamaciones por parte de los padres de familia por la lentitud por la que avanzaba la cola, se atrevió a admitir en el elevador del mirador más gente de la permitida, haciendo que éste pareciera una lata de sardinas. De igual manera, la gente se amontonó peligrosamente en las escaleras que llevan al techo de la Estela Maya.
Los juegos inflables, ubicados en diversos puntos del parque, tampoco fueron la excepción ya que no sólo no contaron con alguna lona que protegiera a los niños del sol sino que también brilló por su ausencia personal que los hiciera funcionar.
La única área de juegos infantiles también lució abarrotada por niños que competían peligrosamente a empujones para jugar en ellos.
El "trenecito" utilizado en el parque como un atractivo especial para el festejo, representó para algunos visitantes un peligro del cual cuidarse, ya que al no tener un espacio propio para transitar pasaba muy cerca de las personas que hacían cola en la Estela Maya y de los peatones.
Largas colas se formaron desde temprano en la estación del trenecito que funcionó únicamente para el Día del Niño.
Por cierto, el funcionamiento del tren causó quejas entre los padres de familia por la lentitud con la que se daba el servicio, ya que debido a que normalmente funciona en plazas comerciales "descansaba" cada hora unos diez minutos, lo que ocasionaba que la cola aumentara.
Además, la pequeña estación del tren resultó insuficiente para resguardar del sol a los niños y a sus padres.
Los "acarreados" también generaron problemas, ya que varios grupos de niños que venían en camiones Minis 2000 y en otras líneas de autobuses causaron molestias entre la gente que hacía cola, ya que los adultos que venían con ellos y que se identificaron como sus maestras, intentaron tener prioridad en el uso de los servicios, lo que no se concreto debido al enojo de la gente.
La Estela Maya que regularmente no está abierta al público esta vez fue visitada por miles de personas que ocuparon el elevador y las escaleras sin importar quedar como sardinas enlatadas.
Conforme avanzaba el día, el número de gente en las colas de los servicios continuaba creciendo, especialmente en el de la lancha y en el del vehículo para el recorrido en el área de los animales, ya que permanecieron inmóviles por horas esperando la llegada de la gobernadora Ivonne Ortega Pacheco y de la alcaldesa Angélica Araujo Lara para que inauguraran los servicios del nuevo zoológico.
El único bote y el único camioncito de safari fueron por el número de gente que lleno el zoológico insuficientes.
Las largas colas fueron el mal de todos los visitantes quienes pasaron la mayor parte del día esperando turno hasta para que sus hijos se subieran a algunos de los juegos inflables.
Debido a que la Comuna solo dio jugos Natura y galletas a los niños, los adultos que no llevaron agua o refresco también tuvieron que hacer largas colas en las máquinas de refrescos, que para la mala suerte de muchos, no aceptaban monedas solo billetes. Algunos de los bebederos de agua también fallaron, por lo que la gente pasó apuros para combatir el calor.
El panorama del día fue largas colas para subir al coche safari o al bote.
Sin embargo, hubo gente del gobierno municipal que aprovechó la situación para vender refrescos y tortas de cochinita. También se formaron largas colas.
Ni siquiera las cuatro áreas de sombra con shows infantiles que se montaron a lo largo del zoológico fueron suficientes para los miles de visitantes, ya que muchos niños se quedaron en el sol viendo los espectáculos debido a que algunos adultos utilizaron las sillas para poner sus bolsas sin importarles que los menores o los padres con niños en brazos estuvieran parados. Tampoco hubo vigilancia para evitar estos atropellos.
En algunos casos, el poco personal de vigilancia, hastiado por el gentío, se mostró grosero con los visitantes al hacerlos esperar en la cola mientras la gente bajaba del pequeño mirador, ubicado sobre la casa de las jirafas.
El bote para recorrer el área de los animales también fue muy demandado por los visitantes, quienes tuvieron que esperar casi dos horas para utilizarlo debido al retraso de la gobernadora y la alcaldesa para inaugurarlo.
Para la mayoría, más que el día del niño, fue un día de desventuras en el que los menores no salieron tan contentos como debía ser. L.I.