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LONDRES, 29 de marzo.- Los ingleses bautizaron las estaciones del Metro ('The Tube') con los nombres de los más conspicuos campeones olímpicos.
El comité organizador de los Juegos Olímpicos seleccionó a los más notables atletas y bautizó las estaciones del metro y de ferrocarriles con la eufonía legendaria de Jesse Owens, Johnny Weissmüller, Lasse Viren, Nadia Comaneci, Laszlo Papp, Phelps, Spitz, Schollander, Keino...
Nombres ilustres que evocan hazañas, acciones sublimes, inmarcesibles, penetrarán en la atmósfera de Londres en el espíritu isleño a 120 días de la inauguración de la gran fiesta deportiva planetaria.
Detalle del mapa de la red del Metro, cuyas estaciones han sido renombradas para homenajear a 361 leyendas de los Juegos Olímpicos.
Un acierto tan alegre y festivo como el canto de un corno o la polifonía pianística al vigesimocuarto choque de tarros en un Pub.
Londres es Shakespeare, es el Globo Rojo, es Newton, es Trafalgar Square, es el almirante Nelson y Wellington a lomos del resistente Copenhagen en Waterloo, es el Támesis con sus historias de vida y muerte, Abbey Road y los Beatles...
Por unos dias, simbólicamente, desaparecerán del mapa las conocidas estaciones de Piccadilly Circus, la famosa Baker Street donde habita, fuma, y pincha su brazo con su jeringa Sherlock Holmes, Hyde Park, London Bridge, las cosmopolitas y estratégicas Victoria y San Pancras International donde se puede abordar el Eurostar que atraviesa el Canal de la Mancha en 19 minutos, Charin Cross, St. Paul´s.
Cada nombre refleja luz iridiscente: Jesse Owens con sus cuatro oros en los Juegos Olímpicos de Berlín 1936; Johnny Weissmüller el primer hombre en brillar en el sprint acuático y en los 400 m libres en París 1924; Don Schollander con sus cuatro oros en la pileta de Tokio 1964; Mark Spitz con sus siete medallas y siete récords olímpicos y mundiales en Múnich 1972.
Las leyendas de antaño se enlazan con las de hogaño como Usain Bolt o Haile Gebrselassie, rapidez y resistencia en la recta y el pavimento del maratón.
El 10 luminoso de Montreal en la viga de equilibrio Nadia Comaneci, el salto del Siglo XXI, aquel 8.90 de Bob Beamon o el salto vertical revolucionario de Dick Fosbury en México 1968. También figura el enceste de Belov con el que la URSS desbancó del imperio de basquetbol a los Estados Unidos.