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CIUDAD DE MÉXICO, 2 de mayo.- En México, los trastornos del sueño son un problema de salud pública. Una de cada tres personas los presenta y pueden provocar diversos padecimientos crónicos como insomnio, apnea, somnolencia diurna y sonambulismo, entre otros, que repercuten en la calidad de vida, salud, relaciones, rendimiento laboral y aumentan el riesgo de accidentes.
En este contexto, la Universidad Nacional, a través de la Facultad de Psicología (FP), ofrece el plan de estudios de posgrado en Trastornos del Dormir, el primero en su tipo en Latinoamérica, con el propósito central de formar recursos humanos altamente especializados.
Se estima que 37 millones de mexicanos no duermen bien.
Está dirigida a psicólogos y profesionales de la salud como médicos, psiquiatras, neumólogos, cardiólogos, geriatras y expertos en áreas afines, e integra conocimientos teóricos fundamentales sobre los mecanismos neurobiológicos y fisiológicos del dormir.
Además, enfatiza en la importancia de la práctica del saber adquirido mediante el entrenamiento clínico para el diagnóstico, tratamiento e investigación de afecciones relacionadas, con residencias en las clínicas respectivas de la UNAM y de los institutos del sector salud nacional, con atención a las recomendaciones de organismos internacionales que regulan el ejercicio profesional.
Al respecto, María Corsi Cabrera, responsable del Laboratorio de Sueño de la FP, una de las sedes del programa, subrayó que por las cifras de la población que presenta estos padecimientos, México requiere un gran número de profesionales.
Dormir es una función esencial del organismo y un proceso complejo, que ocupa un tercio de la vida de las personas. Impacta desde el nivel molecular, hasta la conducta, por lo que hacerlo bien es fundamental para la salud, explicó.
Su falta repercute en el rendimiento laboral, el estado de ánimo y las relaciones personales. La privación de la fase MOR (Movimiento Ocular Rápido) afecta las reacciones emocionales y las funciones ejecutivas del cerebro, ejemplificó.
Además, estos trastornos tienen un impacto negativo sobre el peso corporal, la tolerancia a la insulina, y los sistemas cardiovascular y respiratorio, entre otros. Por ello, es tan importante como beber o comer, enfatizó.
La académica subrayó que en la actualidad existe una tendencia a reducir las horas de descanso por razones laborales o de diversión, lo que redunda en una deuda de sueño. Por ello, los fines de semana los individuos duermen, en promedio, entre una hora y media y dos más de lo habitual.
“Aún con esta compensación, todo el tiempo que se restringió tiene efectos negativos en la salud y bienestar, como somnolencia, pérdida de la atención, disminución de procesos cognitivos y alteración de procesos emocionales”.
Como antecedentes de la maestría, en la instancia universitaria existen tres laboratorios de investigación. El de Trastornos del Dormir, dirigido por Matilde Valencia Flores, que diagnostica, evalúa, interviene e investiga estos padecimientos, con énfasis en la somnolencia diurna, apnea y enfermedades autoinmunes, y sus efectos sobre la conducta y calidad de vida.
El de Neurociencias, a cargo de Fructuoso Ayala Guerrero, estudia el efecto de la epilepsia, dolor crónico, síndrome de abstinencia a drogas, privación del sueño y trastornos del espectro autista.
Finalmente, el Laboratorio de Sueño indaga sobre la organización funcional cerebral durante el dormir, además de las consecuencias que tiene la falta de esta función sobre el comportamiento y las funciones cognitivas y emocionales, mediante el uso de técnicas de registro de la actividad eléctrica cerebral y de resonancia magnética funcional. (UNAM)