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Miércoles 27 de junio.- En 1969, una bola de fuego atravesó el cielo de México, esparciendo miles de fragmentos de meteoritos en todo el estado de Chihuahua. Una de esas pequeñas rocas fue recogida y bautizada como Allende. Más de 40 años más tarde, el meteorito continúa sirviendo a la comunidad científica como una rica fuente de información sobre las primeras etapas de la evolución de nuestro Sistema solar. Y no deja de dar sorpresas. Recientemente, los científicos del Instituto de Tecnología de California (Caltech) han descubierto incrustado en la roca espacial un mineral hasta ahora desconocido para la ciencia que creen es uno de los más antiguos formados en el Sistema solar. El hallazgo se publica en la revista American Mineralogist y está disponible online.
Una sección del meteorito 'Allende'.
Apodado panguite, el nuevo óxido de titanio lleva el nombre de Pan Gu, el gigante de la antigua mitología china que fundó el mundo separando el yin del yang para crear la tierra y el cielo. El mineral y su nombre han sido aprobados por la Asociación Mineralógica Internacional.
«El panguite es un descubrimiento particularmente interesante, ya que no solo es un nuevo mineral, sino también un material hasta ahora desconocido para la ciencia», dice Chi Ma, responsable del estudio y director de Ciencias Geológicas y Planetarias en Caltech.
El meteorito Allende es la condrita carbonosa, una clase de meteoritos primitivos, más grande que se ha encontrado en nuestro planeta y es considerado por muchos el meteorito más estudiado de la historia. Desde 2007, en la misma roca han sido encontrados nueve nuevos minerales, incluido el panguite.
El panguite fue observado por primera vez bajo un microscopio electrónico de barrido en una incrustación del meteorito conocida como incrustración refractaria, que se cree son los primeros materiales planetarios formados en nuestro Sistema solar, anteriores a la formación de la Tierra y otros planetas.
De acuerdo con Ma, los estudios de panguite y otros minerales refractarios recién descubiertos «son esenciales para entender los orígenes de nuestro Sistema solar».