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MANAGUA, 4 de junio.- El Gobierno de Daniel Ortega ha revivido un viejo sueño que de vez en cuando alimenta las esperanzas de los nicaragüenses. El mandatario envió a la Asamblea Nacional un proyecto de ley que ordena la construcción de un canal interoceánico en Nicaragua, que costaría 30,000 millones de dólares, una promesa nunca cumplida que sin embargo ahora dio un paso adelante: la ley fue aprobada este martes con amplia mayoría parlamentaria. Se trata de un tema que levanta pasiones en Nicaragua, y del que pocos hablan mal, dado el entusiasmo que se ha generado en este país desde mediados del siglo XIX, cuando Nicaragua era el centro de una disputa entre potencias por su estratégica posición geográfica.
A criterio de algunos diputados, un canal húmedo en Nicaragua afectaría el lago Cocibolca, la principal reserva de agua del país.
La ley fue aprobada este martes por 86 votos a favor, incluidos los votos de la oposición. Esa ley establece la creación de una “Autoridad del Canal” encargada de representar a Nicaragua en la formación de una empresa mixta que gestione la construcción de la obra. Algunos diputados opositores expresaron sus reticencias sobre el proyecto, dado que se trata de una construcción faraónica, costosa, que implica graves daños ambientales y que, además, competiría, de madurar el proyecto, con el Canal de Panamá.
La oposición cree improbable que el Gobierno de Ortega logre conseguir los socios que se interesen por la construcción del canal. Para el diputado Victor Hugo Tinoco, disidente del gobernante Frente Sandinista, se trata de un "endeudamiento sin control" que afectará las precarias cuentas de este pequeño país.
El vicecanciller de Nicaragua, Manuel Coronel Kautz, informó a mediados de junio que el Ejecutivo sandinista ha estado en conversaciones con representantes de Rusia, China, Brasil y Venezuela para venderles la idea del Canal. Hasta ahora no se ha informado de avances en esas conversaciones. Venezuela es el principal socio de Nicaragua y aporta, en ayuda petrolera, más de 500 millones de dólares anuales.
El Canal planteado por el Gobierno de Ortega ha sido previsto para el 2019. Tendría una capacidad inicial de recibir 416 millones de toneladas métricas de carga, pero con la posibilidad de aumentarla en 573 millones para 2025, según el proyecto diseñado por los expertos. El Gobierno estudia seis rutas dentro del territorio nicaragüense (130,000 kilómetros cuadrados) para construir el canal. Una de las más viables pasa por el río San Juan, el controvertido afluente que ha sido el causante de disputas diplomáticas entre Costa Rica y Nicaragua. De hecho, la Cancillería de San José exigió a Managua que pida su opinión sobre el tema, dado que podría verse afectada por el proyecto.
La obra, sin embargo, ha sido criticada por quienes la ven como una “cortina de humo” de Ortega para aumentar su popularidad y desviar la atención de los serios problemas que afectan a este país: alto desempleo, índice de pobreza que supera el 40% (más de 2.5 millones de pobres), denuncias de corrupción y mal manejo de la ingente cooperación venezolana, sospechas de enriquecimiento del círculo cercano al mandatario y graves denuncias de fraude en las tres últimas elecciones, incluida la de noviembre pasado, en la que resultó reelecto Ortega.
Nicaragua está entre los países más pobres de América Latina. “Si en Nicaragua no hay medicinas en los hospitales ni pupitres en las escuelas, significa que no hay dinero disponible para inversiones en lo más elemental, para el pueblo pobre”, escribió en una carta dirigida a Ortega y publicada en la prensa de Managua el ingeniero Arturo Castro Frenzel.
La construcción de un Canal Interoceánico ha acompañado la historia de Nicaragua desde que este país logró su independencia de España, en 1821. Prácticamente todos los caudillos que lo han gobernado han prometido sacar adelante el proyecto. Estados Unidos fue desde un principio el principal interesado en la construcción, convenciendo a los gobiernos nicaragüenses, entusiasmados con el sueño canalero, de que el proyecto debería estar bajo su soberanía, por cuestiones de seguridad, y exigiéndoles firmar penosos tratados en los que se traspasaba a perpetuidad todos los derechos de construcción, soberanía y operación del Canal. Cuando EE. UU. perdió el interés y construyó el Canal de Panamá, Nicaragua mantuvo el proyecto como su mayor ideal de progreso, siempre aupado por sus políticos cuando éstos sentían que su popularidad pasaba por las horas más bajas.