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Lunes 9 de junio.- Dos estudios científicos afirman que la existencia de una nueva forma de vida bacteriana en el arsénico, anunciada con bombos y platillos por la NASA en el 2010, podría no ser exacto. Esta forma de vida fue encontrada en un lago rico en arsénico en California, y fue considerada como una redefinición de la vida, porque había sobrevivido y crecido al sustituir el fosfato por arsénico en su ADN.
“Contrariamente a un informe original, la nueva investigación muestra claramente que la bacteria GFAJ-1 no puede sustituir el fosfato por el arsénico para sobrevivir”, indica un comunicado de prensa de la revista Science, que publicó el estudio original en diciembre de 2010.
La bacteria del grupo Halomonas que, según se anunció, podía metabolizar el arsénico. (news.sciencemag.org)
Las investigaciones fueron lideradas por la astrobióloga Felisa Wolfe-Simon y financiadas por la NASA, pero las críticas que levantó en blogs y en la comunidad científica impulsaron a Science a publicar dos investigaciones realizadas para verificar la hipótesis. Ambas la invalidaron.
La primera, conducida por el microbiólogo Tobias Erb, del Instituto de Microbioloía de Zurich, en Suiza, muestra que la bacteria GFAJ-1 necesita de cierta cantidad de fosfato para desarrollarse, incluso si puede sobrevivir en un ambiente con fuertes dosis de arsénico y débiles cantidades de fosfato.
La segunda, dirigida por Marshall Reaves, de la Universidad de Princeton (Nueva Jersey), confirma esta conclusión, a saber: que el arsénico no basta por sí solo para permitir que la bacteria se desarrolle. De esta manera, ambos trabajos no lograron encontrar pista alguna de que moléculas de arsénico hayan remplazado al fosfato en el ADN de la bacteria GFAJ-1.
Felisa Wolfe-Simon había reconocido haber detectado débiles niveles de fosfato en las muestras estudiadas, pero había concluido que esas dosis eran insuficientes para permitir el desarrollo de GFAJ-1, lanzando entonces la hipótesis de la sustitución del fósforo por el arsénico, muy abundante en el ambiente en el que viven estos microorganismos.
Sin embargo, ambos equipos de investigación concluyeron que el fósforo continúa siendo esencial para que los organismos vivos puedan existir y desarrollarse en la Tierra y eso a pesar del hecho que la bacteria GFAJ-1 pueda existir en un ambiente con menores concentraciones de fosfato que las otras variedades de microorganismos resistentes a la toxicidad del arsénico.
En resumen, “las nuevas investigaciones muestran que GFAJ-1 no modifica los principios fundamentales de la vida, contrariamente a la interpretación de datos realizada por el equipo de Felisa Wolfe-Simon”, escribe Science en un editorial que acompaña la publicación de los nuevos trabajos.
“Si el estudio inicial se hubiera revelado exacto, un descubrimiento de ese tipo hubiera tenido importantes implicaciones para nuestra comprensión de las condiciones esenciales de la existencia de la vida tal como la conocemos”, continúa la revista.