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MADRID, 6 de octubre.- "Z1: Paellas (con abundancia de arroz y pocos tropezones). Z2: Pastas de chocolate. Z3: Llevar siempre paquetes de patatas normales. Z3c: Pan de chapata con ibéricos en lugar de canapés”. Por razones de seguridad, la identidad de la Familia Real se encripta en la documentación que sobre sus preferencias culinarias y los vuelos que realiza maneja el Grupo 45 del Ejército del Aire, encargado de transportar a las autoridades del Estado. Z1 es el Rey; Z2, la Reina; Z3, el Príncipe; Z3c, la Princesa de Asturias; Z4, la infanta Elena; Z5, la infanta Cristina.
Mucho hablar de Julian Assange, los papeles del Pentágono y los secretos de la guerra de Irak, pero aquí estamos viviendo nuestro particular Wikileaks y no noto yo que las autoridades reaccionen o que las estructuras del Estado se tambaleen como debieran. Me refiero a los informes de las Fuerzas Aéreas españolas que está sacando a la luz Interviú, en un adictivo formato de serial.
Desde sofisticados platos, como el rosbif y el lomo de corzo hasta guisos españoles, como el pisto con huevo y las habas con jamón. Todo lo que come el Rey – y el resto de la Familia Real– cuando viaja en los aviones del Estado está plasmado en minuciosos informes que explican incluso la manera de servir uno de los platos favoritos del monarca, las sardinas picantes de la marca Cuca.
En la primera entrega, la revista nos contó los caprichos que se da nuestro querido líder Mariano Rajoy cuando viaja a otros países en aviones del ejército. Jamón ibérico de a 190 euros el kilo, solomillo o rodaballo, espero que salvaje, formaron parte de convites cuyas facturas superaron los 1000 euros. Imagino que al pueblo llano no le habrán sentado muy bien estos dispendios en los tiempos de vacas esqueléticas medio muertas que vivimos, pero se imponen algunas reflexiones. Por un lado, el “extra de whisky y vino” que según la publicación pide Rajoy está más que justificado, tal como le van las cosas al Gobierno, y lo que a mí personalmente me extraña es que la cuenta no incluyera litros y litros de absenta, cazalla, éxtasis líquido y pegamento para esnifar. Por otro, las 24 botellas de vino y 10 de licores varios del vuelo a México para asistir a la cumbre del G-20 no se las bebió el solo, sino que las compartió con su mujer y una treintena de miembros del Ejecutivo.
En el número de esta semana, además de ofrecernos una portada con un experimento científico muy interesante sobre la reacción de los pechos de Mercedes Milá ante la ausencia de gravedad, Interviú destapa qué les gusta comer a los miembros de la familia real en sus viajes por el mundo. Letizia, 10 points: lentejas, verduras, fruta, aceitunas negras, gazpacho Alvalle y, muy sensatamente, chapatas de jamón en vez de canapés. Incluso, ha sabido evolucionar de los kikos de maíz de Mercadona a unos de una marca valenciana más selecta. Don Juan Carlos, 7 points: pisto, cordero, habas con jamón, paella sin muchos tropiezos…, pero también lomo de corzo. Es decir, caza. Es decir, elefantes. Doña Sofía, 6 points: fruta no azucarada y palmeritas de Embassy, bien; Actimel y batido de chocolate de soja, paraciencia y sabores paniaguados. El príncipe Felipe, 5 points: solo exige patatas fritas de bolsa, y solo se salva del suspenso por el consiguiente ahorro para las arcas públicas. La infanta Cristina, -3 points: ¿caviar?
Los informes secretos del grupo 45 del Ejército que maneja la revista han puesto al descubierto los menús que pide la Familia Real, y que van desde lo más sofisticado a lo más simple. El texto referente al Rey da instrucciones precisas sobre cómo y con qué alimentar al monarca en sus vuelos de los Falcon 900 y los Airbus A310 del Ejército del Aire.
Dice la revista que uno de los platos favoritos del Rey son las sardinas picantes en aceite de la marca Cuca. En los informes se especifica claramente cómo preparar el plato, uno de los primeros habituales del monarca: "Quitar la piel, picar la guindilla y colocarla aparte en el mismo plato, regar todo con un poco de aceite de la misma lata".
Otra de las consignas básicas del informe es cortar el embutido a mano. Una orden que aparece en grandes letras en el encabezamiento de uno de los informes sobre el Rey, un texto que concluye con seis productos que no pueden darse a probar al monarca: "Setas, derivados de hongos, piña, frutas tropicales, rape y mariscos con concha en general". Otros platos "prohibidos" son la remolacha y el maíz.
Entre los desayunos habituales de don Juan Carlos están el "zumo de naranja, jamón York en lonchas, queso Quark (Danone), con un poco de sal, tostadas de Pan Bimbo, mermelada de naranja amarga y café cortado". Además, al Rey "le gusta aliñar muchos platos con zumo de limón recién exprimido (cremas, pescados) y entre horas toma agua con limón exprimido". También gusta del vinagre de Módena y el azúcar moreno, dos productos que no pueden faltar en los vuelos del Rey.
En el caso del príncipe, el menú es mucho más parco. Le llevan canapés por si le apetece tomarlos entre horas, y a media tarde suele tomar fruta pelada o en pieza. También "hay que llevar siempre paquetes de patatas normales, que no tengan ningún sabor especial". Dicen en el Grupo 45 que "el príncipe es una persona muy discreta. No te enteras de que va a bordo".
El caso de doña Letizia también está detallado al máximo en los informes. "Desayuno: queso fresco, pechuga de pavo, fruta y zumo de naranja natural". Y además, matizan que a la princesa le encantan las lentejas y las aceitunas negras. También el "pan de chapata con ibéricos en lugar de canapés". Entre sus bebidas favoritas, el gazpacho Alvalle, Nestea sin azúcar, zumos biofrutas sin plátano, agua con gas y Coca Cola Light. Entre sus preferencias, ninguna bebida alcohólica y sí los Kit-Kat y Toblerone, el maíz tostado o kikos, ya sea de Mercadona o de una fábrica de Valencia.
En el caso de la reina Sofía, se especifica que en el desayuno "si se pone fruta, no sea azucarada". En cuanto al almuerzo y a la cena, doña Sofía pide siempre menús vegetarianos. También palmeritas Embassy –una confitería madrileña- y Actimel de Danone, además de crema de manos y un cepillo para la ropa, publica Interviú.
A las infantas Elena y Cristina apenas se las ve ya en la base de Torrejón, aunque en el caso de Cristina destacan sus caros gustos, tendentes al caviar y los pescados. "Prácticamente desde que se casaron dejaron de viajar en los aviones oficiales, salvo contadisimas ocasiones". No obstante, sus gustos también figuran en los informes. Doña Cristina tenía claro que no quería carne, ni jamón, ni pollo, ni desayuno. Sus preferencias eran, en su lugar, el caviar, pescados y vegetales, la ensalada sin pimiento ni pepino, el chocolate negro y los canapés. Doña Elena era mucho más escueta: canapés, Nestea sin azúcar y agua Solán de Cabras. (EL PAÍS / libertaddigital.com)