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A primera vista, que un economista investigue en qué consistió la última cena de 247 sentenciados a muerte podría sonar irrelevante. Sin embargo, la investigación hecha por Brian Wansink, Kevin M. Kniffin, y Mitsuru Shimizu, además de arrojar datos interesantes, busca saber si el miedo es capaz de generar cambios en los hábitos alimenticios.***
Tras el estudio a la última cena de 247 sentenciados a muerte en Estados Unidos en un periodo de cinco años, se obtuvieron tres principales conclusiones:
1. La comida fue rica en calorías; en promedio 2,756 calorías, lo que representa un poco más de la ingesta diaria recomendada. Asimismo, el consumo de proteínas y grasas fue 2.5 mayor a la que sugieren los nutriólogos.
El 37.3% en la milla verde pidió pollo para cenar.
2. Los alimentos contenían un alto nivel de calorías, sobre todo por la inclusión de carne, comida frita, postres y refrescos.
3. El 29.9% pidió comida de una marca o cadena en específico.
Además, la petición por verduras y frutas fue casi mínima.
De las cenas analizadas, el 37.3% consistió de pollo; el 23.8% de hamburguesas; 21.8% pidió un corte de carne, el 17.3% solicitó cerdo o tocino; y solo 8.8% comieron mariscos. En cuanto a los postres, el 24.3% pidió helado; 23.8%, un pay; y el pastel fue el favorito del 16.1 por ciento.
Los resultados de la investigación parecen confirmar que la comida es utilizada como una manera de calmar sentimientos de estrés y ansiedad. Por lo tanto, el enfoque tomado por algunos de atemorizar a personas con sobrepeso a través de enfermedades relacionadas con su mal no es el correcto.
Esto también podría explicar por qué a pesar de las cada vez más grandes y grotescas imágenes en las cajetillas de cigarros, el consumo se incrementó en algunos lugares. (EXCELSIOR)