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ROMA, 19 de febrero.- El cardenal Roger Mahony tiene 76 años. Es, por tanto, uno de los llamados a elegir, bajo la cúpula de la Capilla Sixtina, al próximo Papa. El problema es que Mahony tiene un pasado muy sucio. Durante sus 26 años al frente de la diócesis de Los Ángeles, el cardenal encubrió a 129 sacerdotes acusados de abusar de menores. Entre otras maniobras, los iba cambiando de diócesis para ayudarlos a escapar de la acción de la justicia. Ahora, la revista italiana Famiglia Cristiana y la organización estadounidense Catholics United acaban de poner en cuestión la conveniencia de que el cardenal Mahony viaje a Roma para participar en el cónclave. ¿Debe un papa ser elegido con el voto de quien, en vez utilizar su poder para socorrer a las víctimas, se situó al lado de los victimarios?
El caso Mahony se está conviertiendo en un fenómeno mediático en los Estados Unidos, porque un grupo muy determinado de fieles anunció una petición para pedir al cardenal que no participe en el Cónclave. Además, antes de ir al Vaticano para la Congregación de los cardenales, el cardenal Mahony deberá presentarse en un tribunal de Los Ángeles, donde será interrogado bajo juramento el 23 de febrero por el abogado de un hombre que afirma haber sufrido abusos durante tres décadas por parte del sacerdote mexicano Nicolás Aguilar Rivera, que se encontraba en la parroquia de Montecito Heights de visita. Y si a eso vamos, precisamente Nicolás Aguilar Rivera fue protegido por Norberto (recuadro). ¿Es sano entonces para la Iglesia que nuestro Cardenal Primado participe en el cónclave?
La respuesta parece clara, menos para Mahony. A través de su blog, el cardenal ha declarado que está deseando coger el avión y plantarse en el Vaticano. Eso sí, antes –el día 23—tendrá que comparecer ante el tribunal estadounidense que instruye el expediente de más de 12,000 páginas que detalla la actuación de los 129 sacerdotes. A principios de este mes, y tras la lectura de las acusaciones, el actual arzobispo, José Gómez, dijo que había sido una experiencia “brutal y dolorosa”, que lo que allí se relata es “triste y malvado” y, en consecuencia, decidió degradar a su antecesor condenándolo al silencio y prohibiéndole ejercer tanto labores administrativas como aquellas ligadas a su condición de cardenal –confirmación de fieles u ordenación de presbíteros—. No obstante, Roger Mahony conserva el derecho de participar en la elección del nuevo Papa. ¿Lo hará?
A través de su página web, Famiglia Cristiana invita a los católicos a que se manifiesten en contra y, para ponerlos en antecedentes, reproduce tanto lo que piensa del cardenal Mahony la prensa de EE. UU. —“tiene suerte de no estar en prisión”, ha publicado el Washington Post— como las acciones tomadas en su contra por el actual responsable de la arquidiócesis, monseñor Gómez: “Ocultó 129 casos, y uno de los que protegió fue un sacerdote mexicano que abusó de 26 niños en 1987”. Argumentos suficientes para que la organización Catholics United haya iniciado una recogida de firmas para enviar al príncipe de la Iglesia un mensaje tan corto como claro: “Cardenal Mahony, ¡quédate en casa!”. (EL PAÍS / VATICAN INSIDER)