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Viajar al espacio siempre ha sido una de las grandes aspiraciones del ser humano a lo largo de toda su historia. Si hace algún tiempo comentábamos el alocado programa espacial desarrollado por Zambia durante los años 60, hoy descubrimos a Wan Hu, un chino que hace quinientos años pudo haber arrebatado al ruso Yuri Gagarin el honor se ser el primer hombre en abandonar el planeta.
Aunque casi todo el mundo piensa que China se ha incorporado a la carrera espacial hace relativamente pocos años, según cuenta Javier Sanz en su blog Historias de la Historia, ganador del Premio Bitácoras 2011 al Mejor Blog Cultural, el primer astronauta del país fue Wan Hu, un funcionario de la corte imperial de la dinastía Ming que vivió en el siglo XVI.
El creativo Wan Hu fue un funcionario de la dinastía Ming.
Wan Hu, cuya historia también recoge la web de la NASA, siempre sintió cierta atracción por las estrellas y secretamente soñaba con poder viajar hasta ellas. Según cuenta la leyenda, una noche mientras contemplaba un exhibición de fuegos artificiales pensó que podía utilizar la propulsión de se tipo de cohetes para intentar cumplir su sueño de viajar al espacio.
Tras realizar diversos cálculos y estudios, Hu diseñó y construyó una nave espacial muy rudimentaria y que, probablemente, no contemplaba la posibilidad de regresar a la Tierra. Esta primera «lanzadera» de la historia no era más que una plataforma de madera a la que se había fijado una silla y dos cometas que, una vez en el aire, le ayudarían a sostenerse. Bajo ella, 47 cohetes de gran tamaño proporcionarían el impulso necesario para elevar la estructura y al propio Wan Hu.
El día escogido para el lanzamiento y vestido con sus mejores galas, se subió a la silla y ordenó a 47 ayudantes, uno por cohete, que con unas largas antorchas prendiesen las mechas al mismo tiempo. Tras una gran explosión, y cuando el humo se hubo disipado, los sirvientes comprobaron que la nave y Wan Hu habían desaparecido.
Desde ese día nada más se supo del primer astronauta de la historia. Probablemente, no llegó a elevarse más de varias decenas de metros. Su nombre, en cambio, llegó a traspasar la atmósfera terrestre en forma de cráter en la cara oculta de la Luna.