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Dos estrellas y media
El 2012 promete mucho cine apocalíptico y La última hora de la humanidad (The darkest hour, 2011) es el primer estreno del año que se regodea digitalmente con la destrucción del mundo.
Un grupo de turistas estadounidenses coinciden en un antro de Moscú. Después de un apagón salen a la calle y presencian una lluvia de luces amarillas, que son en realidad seres extraterrestres llegando a la tierra. Los alienígenas son transparentes y pueden desintegrar a los humanos con tan solo tocarlos. Los jóvenes protagonistas deberán recorrer las calles de Moscú para escapar de la amenaza y llegar a un submarino militar que está rescatando supervivientes.
Aunque la mayoría de las críticas han hecho pedazos a este filme, creo que valdría la pena reconocerle tres aciertos. No los necesarios para hacerla una película recomendable —ni mucho menos buena— pero sería injusto negarlos.
1. Un elenco juvenil que sabe actuar. Por lo general este género está poblado de chicos que se limitan a gritar y correr frente a la cámara. Los personajes son tan simples que no se necesitan grandes talentos para interpretarlos. En La última hora de la humanidad los héroes siguen siendo anodinos, pero al menos hay actores detrás de ellos: Emile Hirsch (Mi nombre es Harvey Milk), Olivia Thirlby (Juno) y Max Minghella (Ágora).
2. Es un tour apocalíptico por Moscú. Las locaciones le dan cierto atractivo a la película. La producción no se limitó a mostrarnos las obligadas zonas turísticas como La Plaza Roja, también recorre estacionamientos desolados, calles deslucidas y edificios multifamiliares.
3. Algunos juegos de convenciones en el guión. Con esto no quiero decir que el guión sea brillantísimo o signifique una revolución del género. Para nada. Simplemente existen un par de juegos situacionales que presentan situaciones trilladas pero resueltas de manera imprevista.
Estos atributos le dan un poco de frescura al filme, pero en términos generales sigue siendo un producto carente de una verdadera propuesta. Hay un buen manejo del suspenso. Algo difícil de lograr con enemigos invisibles, pero solventado gracias a que el camuflaje de los alienígenas es capaz de activar los aparatos eléctricos que están alrededor —revelando su ubicación.
La última noche de la humanidad es una revisión más de La guerra de los mundos y no aspira a ser más que un divertimento efímero aprovechando el uso del 3D. Terminará sirviendo en algún canal televisivo completando la programación dominical.
Lo mejor: sus locaciones en Moscú, un par de resoluciones en el guión y el suspenso de algunas escenas.
Lo peor: al final no deja de ser pan con lo mismo.