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Cuando el ahora precandidato republicano Newt Gingrich fue presidente de la Cámara de Representantes, los legisladores solían llegar a su elegante suite en el Capitolio y encontraban un inesperado asesor sentado en el sofá: su esposa, Marianne.
Al igual que la esposa que le precedió y la que la reemplazó, Marianne Gingrich era la caja de resonancia política de Gingrich, “Mi mejor amiga y mi asesora más cercana”, escribió él alguna vez. Cuando era un joven integrante del Congreso, la llevaba sesiones privadas con David A. Stockman, el director del presupuesto bajo Ronald Reagan, así como a una cena en Manhattan con el ex presidente Richard M. Nixon.
Newt Gingrich con su primera esposa, Jackie Battley Gingrich, en un acto político, probablemente en 1978. (AP)
Buscaba su consejo durante reuniones y eso inquietaba a sus colegas, dijeron varios, ya que ella al parecer se sentía incómoda al respecto, y a veces tenía muy poco que decir. Cuando, como presidente de la cámara baja, Gingrich voló en el Air Force One a Israel para el funeral de Yitzhak Rabin, Marianne fue con él.
Ahora, la segunda Sra. Gingrich está siendo noticia con su alegato, negado por su ex marido, en el sentido que él le pidió un “matrimonio abierto” mientras él y Callista Bisek, actualmente su esposa, estaban teniendo una aventura extramarital. Sus comentarios han lanzado la historia marital de Gingrich —su patrón de reemplazar a una esposa con otra, más joven— bajo el reflector popular en la víspera de las elecciones primarias de Carolina del Sur, justo al tiempo que su postulación por la nominación presidencial de los republicanos da la impresión de estar repuntando.
Sin embargo, más que una esposa abandonada, Marianne Gingrich sirve como una ventana a la complicada psiquis de un hombre que, dicen quienes conocen a Gingrich, parecía necesitar una mujer a su lado. Amigos y colegas señalan voluntariamente que pese a todo su ego y actitud ampulosa —“La grandiosidad nunca ha sido un problema con Newt Gingrich”, declaró uno de sus rivales, Rick Santorum, en un debate presidencial—, Gingrich se ha apoyado en sus esposas para ayudarse a proyectar su visión sobre sí mismo.
A los 68 años, Gingrich ha estado en uno u otro matrimonio durante 50 años, y cada una de sus tres esposas ha desempeñado un papel para ayudarle y, a su propia manera, lograr el progreso de su carrera política.
Newt Gingrich y su segunda esposa, Marianne, en abril de 1989. En el recuadro, Marianne ahora.(AP)
Su primera esposa, Jackie Battley, fue su profesora de Geometría en la escuela y le llevaba siete años; contrajeron matrimonio en 1962, cuando él era un alumno universitario de primer año y contaba 19 años, pasando por encima de las objeciones de la madre y el padrastro de Gingrich. Nueve meses después, tuvieron su primer hijo; ella mantenía a la familia mientras él terminaba sus estudios.
Gingrich seguía casado con Jackie cuando, en 1980, como nuevo integrante del Congreso, viajó a Youngstown, Ohio, para un evento para recaudar fondos y conoció a una planeadora del condado ahí, una bonita morena de veintitantos, Marianne Ginther. Contrajeron matrimonio al año siguiente, y Gingrich pronto llevó a su nueva esposa a la esfera política; en 1984, la incluyó como coautora de uno de sus libros.
Pero, para mediados de los años 90, mientras llevaba a cabo su ascenso político, Gingrich se involucró con una integrante del personal del Comité de Agricultura de la cámara baja, Callista Bisek, la cual era casi 23 años menor que él. Tuvieron una relación secreta durante seis años, terminando por casarse luego que Gingrich dejara la presidencia de la cámara en 1999. Actualmente, la tercera Sra. Gingrich, con su llamativo cabello platinado, adornos de diamantes —tema de polémica porque su marido gastó cientos de miles de dólares en la joyería Tiffany’s— y audaces trajes es una presencia constante en el trayecto de campaña, presentando a menudo a Gingrich y observándolo con adoración mientras habla. También ha sido socia comercial en su empresa productora de libros y filmes.
Muchos que conocen a Gingrich ven paralelismos con sus esposas anteriores. “La forma en que habla con Callista en todas partes”, dijo un amigo de Gingrich, “de esa misma forma llevaba a Marianne a todas partes”.
Newt y Callista, la tercera.
Gingrich ha dicho que ha sido “muy abierto con respecto a errores que he cometido”, y con respecto a la “necesidad de acudir a Dios para obtener el perdón”. Se ha negado a discutir a fondo sus matrimonios anteriores, dejándoles a sus dos hijas, de su primer matrimonio, la defensa de su conducta.
Sin embargo, algunos observadores ven un cálculo político en la forma en que pasó de un matrimonio al siguiente.
“Gingrich es un pragmático, es un político ambicioso y cambia de gente de la misma forma que cambia de ideas”, sostuvo Steven M. Gillon, historiador de la Universidad de Oklahoma que escribió un libro sobre Gingrich. “Justamente de la manera que él se redefine políticamente, redefine a la gente que lo apoya en su vida en cualquier fase particular. Además, pienso que eso se aplica a las personas con las que ha estado casado”.
Gingrich empezó su carrera política en 1974, cuando se postuló para un escaño en la Cámara de Representantes y perdió. Él y su esposa se habían establecido en Carrollton, Georgia, no muy lejos de la frontera de Alabama, donde Gingrich estaba enseñando Historia en lo que actualmente es la Universidad de Georgia Occidental.
Participaron activamente en la iglesia bautista de la localidad; un ex subalterno dijo que Jackie Gingrich fue instrumental para lograr que su esposo asistiera. Ex subalternos la recuerdan bien como una persona que gozaba del respeto y el agrado de la gente, con buenas habilidades interpersonales y una manera de ayudar que “no hacía que el personal de campaña se pusiera nervioso”, destacó Frank Gregorsky, en esa época uno de los asesores de Gingrich.
Después, Gingrich ganó un escaño en la Cámara de Representantes en 1978, elevándose como un hombre de familia; para ese momento, la familia Gingrich tenía dos hijas. Sin embargo, para cuando llegó a Washington, su matrimonio al parecer estaba en problemas, dijeron ex subalternos. En 1980, viajó a Ohio y conoció a Marianne. Gregorsky recuerda que su jefe regresó flechado.
“Él meramente estaba como flotando durante el verano de 1980”, destacó Gregorsky. “Pensé: ‘Caramba, este es un lado del jefe que nunca antes había visto”.
Gingrich ha sido perseguido durante muchos años por historias en el sentido que le entregó los papeles del divorcio a su esposa mientras ella estaba ingresada en el hospital por cáncer. Su hija, Jackie Gingrich Cushman, emitió una declaración el año pasado diciendo que eso no era cierto. Aseguró que su madre había sido sometida a cirugía por un tumor benigno, y que sus padres estaban en proceso de divorciarse —a instancias de su madre— cuando su padre la llevó a ella y su hermana al hospital para visitar a su madre.
“Al igual que con muchos divorcios, fue difícil y doloroso para todos los involucrados”, escribió Cushman.
En su entrevista con la cadena ABC, Marianne Gingrich afirmó que su marido le había dicho que quería el divorcio en mayo de 1999, varios meses después de que le hubieran diagnosticado esclerosis múltiple. Pero en público, Gingrich había estado diciendo que Marianne era la asesora política en quien más confiaba. La mencionó de manera prominente en su libro de 1998, Lecciones aprendidas a la manera difícil, mismo que le dedicó; aun cuando estaba teniendo una aventura extramarital con Bisek.
“Lo que hice es lo que hago siempre que tengo una crisis de decisión”, escribió Gingrich en ese momento, describiendo sus preocupaciones a finales de los años 80 con respecto a emprender una investigación de carácter ético en contra del presidente demócrata de la cámara baja, Jim Wright de Texas. “Lo hablé con Marianne”.