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Tres estrellas y media
Hollywood ha encargado al cineasta David Fincher rehacer y mejorar la trilogía Millennium, cintas de suspenso realizadas en Suecia y basadas en unos best-sellers del escritor Stieg Larsson. Esta versión hablada en inglés consigue mejorar argumental, visual y sonoramente al filme original.
En sus créditos iniciales, La chica del dragón tatuado despliega un portentoso conjunto de imágenes editadas a manera de videoclip que nos recuerda los inicios de Fincher realizando videos para estrellas como George Michael, Aerosmith y Rolling Stones. Aunque sus trabajos más resonados fueron "Express Yourself" y "Vogue" de la cantante Madonna.
El director regresa a su mejor veta: el thriller. Su debut en el cine fue precisamente en este género; Seven (1995) fue un trancazo de taquilla y crítica. Luego cimentó una gran reputación con cintas como El juego, La habitación del pánico, El club de la pelea, El curioso caso de Benjamin Button y La red social. La chica del dragón tatuado es una obra de encargo pero bien realizada.
Mikael Blomkvist (Daniel Craig) es acusado por difamar al empresario Hans-Erik Wennerström a través de una revista política llamada "Millennium". Henrik Vanger (Christopher Plummer), contrata a Blomkvist para investigar la misteriosa desaparición de su nieta Harriet. Si Mikael resuelve el enigma de Harriet, Henrik le entregará las pruebas que necesita para denunciar a Wennerström y recuperar su credibilidad periodística. Mikael acepta el trato y contará con la ayuda de Lisbeth Salander, una inteligente hacker, desadaptada y con atuendo gótico. Lisbeth y Mikael van escarbando en el turbio pasado de la familia de Vanger tratando de descubrir qué pasó con Harriet.
La ventaja de este remake es que el guión de Steven Zailllian identifica las deficiencias de la película original y las repara. Por ejemplo, en la primera versión, Mikael descubre que de niño conoció a Harriet y a través de sus recuerdos logra atar algunos cabos sueltos. Esta situación resultaba una casualidad demasiado forzada y Zailllian la elimina utilizando nuevas vinculaciones que tienen mayor verosimilitud y permiten avanzar la historia.
El nuevo guión es más sólido, tanto en la trama de Mikael como en lo referente a la familia Vanger. Además el personaje de Lisbeth se incorpora mejor a la trama principal, tanto que termina siendo el eje de la película. Es como si al script de la versión sueca le hubiesen hecho las correcciones que pedía a gritos. La mejora es indiscutible. Hasta el titulo funciona mejor: La chica del dragón tatuado tiene mayor sentido para esta trama que Los hombres que no amaban a las mujeres.
Otra gran ventaja es el elenco. Daniel Craig, a diferencia de Michael Nyqvist, tiene el atractivo requerido para que el Lisbeth Salander se sienta atraída hacia el personaje, además de la seriedad necesaria para interpretar a un respetado periodista. Por su parte Rooney Mara construye a una Lisbeth con mayores matices que la de Noomi Rapace. Hasta las situaciones más fuertes y agresivas del filme cobran mayor fuerza en la versión de Fincher. El pervertido tutor resulta más grotesco y la secuencia climática tiene mayores dosis de espectacularidad.
Lo único que se diluye es la información referente al pasado de Lisbeth, su sueño pirómano y la escena donde visita a su madre en un hospital psiquiátrico. La excéntrica hacker permanece en un ambiente de misterio que acrecienta el interés por la segunda entrega, especialmente por lo que se refiera a su relación con Mikael.
El mayor logro técnico de La chica del dragón tatuado es probablemente el diseño sonoro. Ponga atención en cómo Fincher utiliza los efectos de sonido para generarnos tensión dramática, jugar con las atmósferas y hacernos sentir las dimensiones espaciales.
Lo mejor: tiene mayor factura técnica y argumental que la versión sueca.
Lo peor: un remake siempre será un remake, y aún con David Fincher no se puede obviar que carece de originalidad en su propuesta y responde a los caprichos de una audiencia que se niega a leer subtítulos.