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EL CAIRO, Egipto, 5 de febrero.- Dentro de Siria y en Nueva York, Londres, Berlín, Atenas, El Cairo, Kuwait, Trípoli y Canberra hubo manifestaciones de indignación contra Rusia y China, países que vetaron en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas una resolución que condenaba al régimen de Bashar al-Assad por la represión a sus opositores, veto que, según los opositores sirios, da al Presidente "licencia para matar".
Tras el fracaso de los esfuerzos diplomáticos en la ONU, Estados Unidos anunció su voluntad de reforzar las sanciones contra Damasco, capital de Siria, para cercenar las fuentes de financiamiento y la entrega de armas al régimen del presidente Bashar al-Assad.
El presidente Bashar al-Assad y su esposa Asma en 2009, en una visita al Palacio Imperial de Hofburg, en Viena. La fortuna del monarca alawí se estima en 122 mil millones de dólares. (Foto AP)
"Trabajaremos para buscar sanciones regionales y nacionales contra Siria y fortalecer las que ya tenemos. Se aplicarán con gran rigor para secar las fuentes de financiación y las entregas de armas que mantienen la máquina de guerra del régimen", dijo la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton.
El canciller francés, Alain Juppé, dijo por su parte que la Unión Europea "endurecerá aún más las sanciones contra Siria" para "aumentar la presión internacional" hasta que "el régimen se vea obligado a constatar que está totalmente aislado y que no puede continuar".
Rusia, aliada de Damasco, que vetó al igual que China un proyecto de resolución en el Consejo de Seguridad que condena la violencia en Siria, aseguró tener la "intención de hacer todo lo posible para una rápida estabilización" de la situación en Siria.
Tanque del Ejército sirio cerca de Homs.
Entierro de un manifestante asesinado por el Ejército de al-Assad.
La resolución vetada en el Consejo de Seguridad pretendía dar una salida a la crisis mediante el apoyo al plan de transición de la Liga Árabe.
Esta hoja de ruta árabe estipula que el presidente sirio, Bashar al-Assad, traspasara sus poderes al vicepresidente y se formase un Gobierno de unidad nacional.
Pese al bloqueo ruso y chino, el secretario general de la Liga Árabe, Nabil al Arabi, aseguró hoy que su organismo continuará su mediación para lograr el cese de la violencia en Siria y la protección de los ciudadanos.
Protesta en Nueva York, ante el edificio de la ONU, por el veto de Rusia y China a la resolución que permitiría una transición democrática en Siria.
Siria se desangra
Desde que comenzó la revuelta contra el régimen sirio en marzo pasado, más de 5000 personas han perdido la vida por la represión gubernamental, según datos de la ONU, aunque los opositores señalan que las víctimas mortales superan las 7000.
Y este domingo, al menos 56 personas murieron en Siria, 28 de ellas civiles, la mayoría en la provincia central de Homs, por las acciones represoras de las fuerzas del régimen, informaron los grupos de la oposición.
Los Comités de Coordinación Local señalaron en un comunicado que entre las víctimas mortales figuran cinco menores y dos mujeres.
La mayoría de las muertes en Homs se produjeron por disparos de las fuerzas de seguridad, así como por el bombardeo de algunos barrios de la ciudad, como Deir Baalba y Al Bayada.
Activistas queman llantas en Daraya, suburbio de Damasco (capital de Siria).
Protesta en Kedssaya, en la periferia de Damasco.
El pasado viernes por la noche, Homs fue escenario de un bombardeo de las fuerzas del régimen, que perpetraron, según denunció la oposición, la mayor masacre desde el inicio de las protestas y que causó entre 147 y 260 víctimas mortales.
A la ofensiva contra Homs se sumaron hoy otras acciones en la provincia septentrional de Idleb, donde fallecieron seis personas, mientras que cinco perecieron en los alrededores de Damasco, una en Alepo (norte) y otra en Deraa (sur).
Una inglesa en jaula de oro
Muchos se preguntan cómo es posible que la glamorosa, intelectual y cosmopolita Asma al Asad, de 36 años, pudiera haberse enamorado del sanguinario dictador Bashar al Asad. Seguramente, el joven oftalmólogo que conquistó su corazón es un lejano recuerdo de lo que ahora representa el Presidente sirio.
Si hay algo que distingue a una revolución, como la desatada por la "primavera árabe", de una mera revuelta es la velocidad con que se desintegra la reputación de figuras clave del establishment puesto bajo acecho.
Asma al-Assad, la esposa del presidente sirio, cayó víctima de ese proceso. Hace diez meses, la revista Vogue la presentaba en tapa como la "rosa del desierto", esa inglesa que se había convertido en la "más refrescante y magnética de las primeras damas" de Medio Oriente. Paris Match la consideraba "un elemento de luz en un país repleto de sombras", mientras en su país de origen el tabloide The Sun decía orgulloso que era la "sexy británica que está sacando a Siria del frío", es decir, del aislamiento internacional.
Ahora, sin embargo, se convirtió en una nueva "María Antonieta", despreocupada por lo que puede estar pasándole al pueblo sirio a raíz de la represión ordenada por su marido y obsesionada con mantener su vida de ostentación. Pero cierto es que a la bella Asma el lujo no le es algo novedoso. Como "Emma", hija de un reconocido cardiólogo y una ex diplomática siria, tuvo una infancia de privilegio. Estudió en colegios privados y se graduó como ingeniera en ciencias de computación en el King's College.
Su inteligencia y buenos contactos le permitieron labrarse una carrera como gestora de fondos de inversión en el Deutsche Bank y JP Morgan, en Londres, París y Nueva York.
A Bashar lo conoció durante los veraneos que su familia solía pasar en Siria cuando ella era niña. El romance recién floreció cuando él fue a Londres a estudiar oftalmología, en 1992. Ella tenía 17 años; él, 27. Entonces, el heredero aparente del mandato de su padre, Hafez al-Assad, era su hermano mayor, Basil.
Se casaron el 31 de diciembre de 2000, seis años después de la muerte de Basil en un accidente de tránsito, y con sólo seis meses de Bashar como presidente. Tienen tres hijos, Hafez, de 10 años; Zein, de 8, y Karim, de 7.
Allegados dicen que la joven pasó los primeros meses de primera dama recorriendo el país de "incógnito" para conocer mejor al pueblo. Esto la llevó a abrazar causas "progresistas", como el desarrollo rural y la lucha contra el desempleo juvenil.
De lo que no cabe duda es que su intención era transmitir al exterior una imagen de modernidad. Pronto se supo que la pareja no vivía en un palacio, sino en un piso en Raouda, un barrio de Damasco favorecido por la oligarquía, y que ella llevaba a sus hijos a la escuela todos los días.
The Times publicó un extenso reportaje sobre la figura de la primera dama y su futuro si cayera el régimen de Assad. El rotativo británico destacó que Asma es 'una prisionera, obligada a permanecer en silencio e incapaz de abandonar el país con sus hijos'.
De esta forma, Asma fue reconocida como el "rostro presentable" de un régimen que prometía entrar en un proceso de liberalización luego de tres décadas del régimen draconiano de su suegro. Ella y su marido fueron recibidos en las principales capitales del mundo. También fueron anfitriones de celebridades como Angelina Jolie y Brad Pitt.
Pero esto parece no haberle ganado a Asma simpatías en su nueva familia. La madre y la hermana de Bashar, que ya habían visto con malos ojos que él se casara por fuera de su clan, habrían interpretado los gustos occidentales de la joven como actos de crudo libertinaje.
Lo cierto es que algunos proyectos, como un libro comisionado a Brigid Keenan, esposa de un diplomático europeo, fueron cancelados sin explicación.
Keenan cree que la primera dama ha sido "arruinada" con tanta adulación. Otros sostienen que se "endureció", al punto de no expresar la más mínima emoción cuando hace poco asistentes sociales la visitaron para contarle que habían sido testigos de la masacre de opositores al régimen.
Chris Doyle, director del Consejo para el Entendimiento Anglo-Británico, la defiende: "Es una prisionera de su propia situación. No tiene elección. No puede decir nada y tampoco regresar a Gran Bretaña".
En el suburbio londinense donde se crió, Acton, la comunidad siria tampoco quiere que regrese. "Ella sabía con quién se casaba. Que no venga ahora a decir que no sabía lo que estaba pasando", aseguran. De la "rosa del desierto" lo único que ha quedado son espinas.