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BUENOS AIRES, 23 de junio.- Al cabo de tres días de aferrarse al cargo tras la publicación de fotografías en que aparecía bañándose con una amiga de la infancia, el Obispo bonaerense de Merlo-Moreno reunió a sus sacerdotes para admitir la realidad de la aventura sentimental y anunciarles que renunciaba inmediatamente a su cargo, según informó en la madrugada del sábado el diario Clarín. A continuación el obispo se traslado a la nunciatura en Buenos Aires para entregar la carta al Papa en la que presenta su renuncia.
Aunque la primera reacción de disculpa ante la publicación de las fotos en actitud afectuosa consistió en explicar que la mujer era una amiga de la infancia y que se trataba sólo de una “imprudencia” que podía “dar lugar a malas interpretaciones”, el obispo Fernando María Bargalló, presidente de Cáritas para América Latina, se encontró al día siguiente con la versión plena de los hechos en el diario “Crónica” y tuvo que hacer frente al escándalo.
Era cierto que la mujer es una amiga de la infancia y que las respectivas familias se conocen desde siempre, pero no se trataba de un encuentro por causalidad en Puerto Vallarta (México) sino de una aventura turística iniciada en Miami y continuada por localidades turísticas de lujo en Méxicodurante dos semanas en el mes de enero del 2011.
Fernando María Bargalló, de 57 años, procede de una familia muy rica, por lo que pudo pagarse la excursión de su bolsillo y no con fondos de la diócesis ni de Cáritas como se temía al principio. La “amiga de la infancia”, a su vez, es una empresaria divorciada, de 55 años, también rica, que ha estado o quizá todavía está enamorada del obispo.
De momento no se sabe quien envió la media docena de fotografías a un canal televisivo el pasado martes ni quien proporcionó al diario “Crónica” los detalles del romántico itinerario por cuatro o cinco localidades turísticas de lujo publicados el miércoles.
En estos casos el Vaticano suele nombrar inmediatamente un administrador para la diócesis y acepta rápido la renuncia del obispo interesado. A diferencia del abuso de menores, los hechos no constituyen, a primera vista, ningún delito, pero son absolutamente incompatibles con la responsabilidad episcopal y con el ejemplo que se debe dar a los sacerdotes y a los fieles.
En los casos en que el comportamiento incorrecto es grave o incluso delictivo, el Papa aplica sanciones complementarias que pueden llegar a la expulsión del estado clerical en los casos peores.