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CIUDAD DE MÉXICO, 14 de marzo.- La periodista cubana Yoani Sánchez ha visitado México dentro de la gira por América y Europa que empezó el pasado 17 de febrero tras concederle el Gobierno de La Habana un pasaporte que le había denegado veinte veces durante los últimos cinco años, según su recuento. El periplo de la autora del blog Generación Y, un cuaderno de bitácora crítico con la realidad cotidiana de su país por el que ha recibido premios internacionales, y colaboradora de EL PAÍS, ha estado marcado por la muerte del presidente venezolano Hugo Chávez, cuya generosidad petrolera era esencial para la maltrecha economía de la isla.
La desaparición del líder bolivariano crea incertidumbre en Cuba. Yoani Sánchez, que vivió de joven la dramática crisis de recursos provocada en su país por la caída de la Unión Soviética, el llamado Periodo Especial, dice que para los cubanos el final de Chávez tiene dos lecturas: “La mayoría asocia su pérdida con el posible regreso de los cortes eléctricos, con la caída de la economía, pero por otro lado también piensa que sin él se pierde el subsidio y tal vez Raúl Castro se vea obligado a acelerar las reformas”.
La disidente cubana descubre el hilo negro. La llegada de balseros cubanos no es precisamente una novedad para los yucatecos, pero las declaraciones de Yoani dan mayor difusión al hecho de que para los cubanos es más fácil venir a la península e intentar diluirse entre los habitantes que aventurarse hacia la Florida, a más de 300 km.
En un eventual escenario de transición democrática en Cuba, un país que por tradición histórica y proximidad geográfica podría tener un papel significativo en el reordenamiento del panorama poscastrista es México. La periodista advierte de que este país ya es una referencia básica en la vida de la isla. “Hay muchos cubanos escapando a través del mar para llegar a México; no solamente escapan hacia Florida, también escapan hacia Yucatán (hay 217 km entre cabo Catoche, el punto más septentrional de la península, y el cabo San Antonio, el extremo occidental de Cuba)”. Una circunstancia que empieza a preocupar al Gobierno mexicano.
Grupo de 16 cubanos que llegaron el 10 de noviembre del año pasado a Isla Blanca, municipio de Isla Mujeres, y fueron asegurados por Migración de Quintana Roo .
La bloguera llegó a México el jueves pasado y el fin de semana participó en un congreso de la Sociedad Interamericana de Prensa en la ciudad de Puebla. Este martes fue su primera jornada de actos en la capital mexicana. Sobre las nueve de la mañana se fue a desayunar con seis jueces del Tribunal Electoral del Poder Judicial de México. Con los magistrados estuvo casi dos horas hablando de una materia que le compete a su país. “Quise hablar con ellos porque Cuba está en cero en el tema electoral, y me interesa escuchar los errores y los aciertos que han tenido otras naciones en este asunto”, dice la periodista.
Más tarde dio una charla abierta a preguntas en el Senado mexicano. Allí, dos mujeres del público la increparon y mostraron símbolos en contra de ella. “Una llevaba una bandera estadounidense con mi rostro pegado y la otra llevaba billetes de cien dólares con mi rostro pegado. Era una especie de iconografía a medio camino entre Estados Unidos y yo”. Antes del incidente otra persona le había preguntado si Cuba está en un momento de transición. “Respondí que yo creo que sí, pero no por la voluntad gubernamental, sino porque hay algo en transición en el interior de los cubanos, un deseo de cambio, de transformación, de hasta aquí hemos llegado”.
Desde que salió de Cuba, Yoani Sánchez ha estado en Brasil, en la República Checa y en España. Ahora volará de México a EE UU y desde allí de nuevo a Europa para visitar Holanda, Alemania, Suiza e Italia. Entonces cruzará otra vez el Atlántico para ir a Florida y luego pasará por Perú –y tal vez por Argentina– antes de completar su ping-pong transoceánico con un tercer viaje a Europa con paradas en Suecia y en Polonia. En mayo espera estar de vuelta en su casa de La Habana, un piso en la decimocuarta planta de un edificio diseñado con criterios arquitectónicos de la antigua Yugoslavia comunista. (EL PAÍS)