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La integración de los niños con discapacidad a un ambiente escolar regular no se logra únicamente con que el menor sea aceptado en un plantel, como muchas veces creen los propios padres o las autoridades de educación, señaló el Licenciado en rehabilitación, Juan Antonio Mex Baas, coordinador del área de Discapacidad del Cendi Itzimná, guardería integradora.
Agregó que en ese caso se habla sólo de inserción que sólo busca tener al niño con discapacidad fisicamente en un espacio, pero sin tomar en cuenta todas las necesidades especiales del menor.
—En las escuelas se promueve la integración, pero ésta es meramente una inserción.
Explicó que no basta el uso de las instalaciones de una escuela regular para un niño con discapacidad si los maestros comunes se niegan a integrar a estos niños o si el programa educativo no tiene la facilidad de modificarse para que los niños puedan aprovechar el aprendizaje.
Mencionó que aún teniendo todo lo anterior no serviría de nada si la escuela no cuenta con un agente integrador que adapte el programa común a las necesidades del niño, a fin de soltarlo a un programa común.
—Su trabajo es muy importante porque identifica las fortalezas y las debilidades del niño para crear alternativas temporales para que el programa, que en un principio se modifica 50%, poco a poco se vaya reduciendo.
Licenciado en rehabilitación, Juan Antonio Mex Baas, coordinador del área de Discapacidad del Cendi Itzimná, guardería integradora.
¿Cuáles son las expectativas para un niño con discapacidad que sale de una guardería y cuyos padres desean que continúe estudiando?
—Previa a la salida de los niños, orientamos a los padres para conseguir información y buscar la mejor alternativa para el niño. Por lo general, los padres dicen que quieren que sus hijos vayan a una escuela regular, pero que por cuestiones financieras, no pueden mandarlos a una escuela particular o pagarles una sombra —persona que los acompañe y apoye durante su estadía en la escuela. Entonces, buscamos una escuela común con perfil de maestros común y con un maestro integrador.
¿Y tienen opciones en escuelas públicas?
—Hay planteles que tienen el sistema Unidad de Servicios de Apoyo a la Educación Regular (USAER) que nos ayudan en eso. Pero la verdad es que la integración sólo es efectiva si los padres se ponen las pilas.
No por integrarlo a una escuela regular van a mandar al niño y que Dios lo bendiga. Hay que preguntarse cómo puede uno ayudar a sus hijos afuera y ver quién y cómo elaborará el programa educativo para el menor.
Aclaró que el USAER, un servicio que se adecúa a niños con necesidades especiales, no está en todas las escuelas. Así que los padres que desean que sus hijos continúen estudiando tienen que desplazarse a diferentes zonas de la ciudad, aunque esto implique un sacrificio económico, ya que muchos de ellos no cuentan con vehículo propio y tienen que recurrir al transporte público.
Señaló que en el sistema USAER hay una central y que cada responsable del programa tiene a su cargo tres o cuatro escuelas a las que visitan cada semana o quincena. No es un apoyo de planta.
—Claro que el funcionamiento del sistema depende de la calidad de la escuela, ya que hay algunas que tiene el USAER de nombre y otras que sí están comprometidas y que nos preguntan qué tienen que hacer.
Hay elementos en las escuelas que sí están conscientes de la importancia de la integración de los niños con discapacidad a una escuela regular y tienen toda la intención, pero que a lo mejor no están preparados. Hay otros que de plano no. Los maestros de USAER que si están comprometidos te dicen que no saben como hacerlo, pero les das tips y los llevan al cabo.
¿Tiene la Secretaría de Educación de Yucatán (SEGEY) un programa de integracion para niños con discapacidad en escuelas regulares?
—Si habla a la dependencia para pedir información, te piden que hables a una dirección y ahí te dicen que los detalles te los dan en otro departamento y en ese lugar te dicen: sí hay el espacio, pero la información la tiene el depto de preescolar; pero hablas y es lo mismo.
Las escuelas no están listas ni para niños con discapacidad motriz. Por ejemplo, cuando se trata de un niño en silla de ruedas los padres de éste se encuentran con que no hay rampas.
Entonces, sucede que los propios padres tienen, si están en posibilidades de hacerlo, que construir las rampas porque en los docentes les dicen que la gestión para lograr su construcción va a tardar un año; entonces, que si pueden hacerlo ellos, que lo hagan.
Agregó que a los papás de los niños con discapacidad de la guardería integradora, la única en Yucatán y una de las 17 en todo el país, les pregunta acerca de jardines de niños cercanos a sus casas para pedirles que vayan presionando a esas escuelas a fin de que creen espacios para los niños que vienen atrás.
—Es una labor hormiguita. Aunque en principio es un interés personal porque la escuela está cerca de la casa del niño y porque es funcional; a fin de cuentas se está creando un espacio y obligando a la autoridad que sea, a que proporcione este servicio.
¿Por qué cree que la SEGEY incumple con proporcionar la integración a estos niños?
—A lo mejor sí tiene el personal para hacerlo, pero falta embonarlo y ponerse de acuerdo en lo que quieren lograr y qué es lo que falta. Además, no deben centralizarlo, no todo es Mérida. Hay que ver cuáles son las principales cabeceras del estado y promover al integración ahi.
Hay que poner todo en orden, sentarse a dialogar y pensar en la necesidades de los niños con discapacidad. Es muy bonito planear desde el escritorio, pero la realidad es otra. Los encargados de la integración deben tener experiencia y contacto con el medio para que sea efectivo porque verlo desde afuera es maravilloso.
El Lic en R. Juan Mex Baas explicó que la otra opción de la SEGEY, el Centro de Atención Múltiple (CAM), tampoco es la mejor respuesta para los padres de niños con discapacidad.
Agregó que, aunque funcionan bien, la estructura no es la idónea porque su programa educativo generaliza la discapacidad.
—Hay niños que tienen mucha capacidad, pero cuando están combinados con niños con discapacidades físicas o intelectuales más severas, en vez de crearse una autoimagen se van deprimiendo.
Opinó que, al generalizar las discapacidades, el programa educativo se minimiza.
—Es cierto que a nivel educativo el CAM te da un espacio y resulta una buena opción para los niños con una discapacidad permanente o muy grave, pero para los niños con discapacidad temporal o no tan severa, no es tan efectivo.
Finalmente, dijo que el proceso de integración a escuelas regulares se está dando de una manera muy lenta, pero que si queremos un cambio, tanto el papá como su hijo con discapacidad tienen que aprender a exigir lo que al niño le corresponde por derecho y las personas, tienen que aprender a darles trabajo a las personas con discapacidad, educación y hacerles valer todos sus derechos. Es un aprendizaje mutuo. L.I.