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“Ese día decidimos que si dejábamos de comer perderíamos nuestras caderas. Yo quería castigar a mis papás y supongo que eso es lo que hemos estado haciendo desde entonces (...). Estábamos indignadas por el comentario de mi padre”, señala Katy, de 33 años.A ello se sumó un cambio de escuela durante la secundaria, donde las gemelas se habrían sentido intimidadas por otras jóvenes. “En todas las clases de educación física nos pesaban. Hubo otro par de gemelas idénticas que pesaba menos que nosotras y eran más bonitas y populares”, asegura Kate, quien también dijo que veían a su madre, quien era muy delgada, como a una modelo.
Maria y Katy Campbell, quienes pesan cerca de 30 kilos, mantienen una espeluznante competencia por ser flacas desde hace más de 20 años.
El motivo del pacto fue un comentario de su padre, quien dijo que se encontraba sorprendido por lo rápido que sus hijas habían crecido y que ya estaban “formando cuerpo de mujer”.
En vez de sentirse halagadas por el comentario, Maria y Katy (quienes son médicas) establecieron el siniestro compromiso, informa el Daily Mail.
Katy confiesa que no puede caminar más. “Me duele la espalda, los latidos de mi corazón son irregulares, tengo osteoporosis, dolor crónico gástrico y pancreatitis. Estoy en tratamiento con diuréticos porque mis riñones no funcionan”.
Al comienzo, Maria comenzó a llevar un diario en el que anotaba todo lo que comía, el peso y la cantidad del ejercicio que habíamos hecho. Empezamos a saltarnos el desayuno y nadámos varios metros de la piscina por la mañana y hacíamos gimnasia después de la escuela”, revela Katy.
Maria añade: “En casa, escondíamos lo que estaba sucediendo. Poníamos la comida detrás de los refrigeradores, en los cajones, en nuestro piano. Entonces, cuando no nos veían, simplemente la tirábamos a la basura”.
Asimismo, cuentan que a sus 16 años aún no menstruaban. “Incluso ahora, ninguna de nosotras lo hace. Los médicos dijeron que teníamos que subir de peso. Si no, se dañaría nuestra fertilidad”.
Actualmente, Maria y Kate están hospitalizadas. Aseguran que esta vez sí están decididas a vencer su anorexia.
Ambas dicen luchar para darle sentido a sus vidas. “Lo he perdido todo por esta enfermedad. He perdido mi vida, mi casa, mi pelo, mi trabajo, todo”, concluyó Maria.