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"Luis de Alba"... Luis de Alba fue un comediante de gran éxito en México desde los 80 hasta principios de los 90. De su imaginación salieron 3 personajes que él parodiaba a perfección en la televisión mexicana. En la actualidad -no con el éxito de antes y con varios años más- Luis de Alba sigue activo en giras por todo el país. Sus personajes fueron: El chavo de la Ibero, El Pirrurris, y Los Nacos. Nos referiremos aquí a Los Nacos.
Para Luis de Alba, Los Nacos son personas irreverentes, mal educados, exóticos, enemigos del manual de Carreño. Muchos de ellos con gran potencial económico, practican conductas totalmente atípicas. Les pondremos un ejemplo: Jorge Esma Bazán en sus conferencias. Acostumbra aparecer vestido de traje completo, negro, con camisa de cuello duro muy almidonado y corbata negra -aún siendo el mes de mayo o la temporada veraniega. Quienes asisten a esos eventos ríen a carcajadas: el sofocante calor hace mella en la figura de Esma. Este se percibe sudoroso, con las axilas mojadas, con el gel derretido sobre la cara, dando la apariencia de un salbut recién frito. Otros de esta misma denominación acostumbran usar pulseras de oro macizo, con sus respectivas cadenas en la garganta -algunas con un crucifijo y otras con una esvástica nazi.
En conocido hotel en el complejo Altabrisa propiedad de El Dzoch, presidente de Los amigos de Gamboa, se llevó a cabo -según versiones de los corrillos políticos- un singular concurso para coronar a quien fue electo El Naco del 2011. Como jueces fungieron el buen Fermín, Omarcito, el gordo Erick y la Picudita. Por la pasarela -no sabemos a ciencia cierta si fue real o es chiste de los gamboistas- transitaron alegremente Panchito Torres, Henry Sosa, el "buen" Mauricio, el troyano de la enorme cabeza de nombre Gaspar Quintal, el siempre sonriente Vitocho, el chelito Carrillo y los de la familia que están en todas las nóminas oficiales: Osante, Fito Calderón, Pedro Oxté, Carlitros Bastarrachea y el pequeño Cuevas.
A los tres finalistas les pidieron que hagan alguna manifestación de personalidad.
El pequeño Cuevas recreó lo que acostumbra hacer en los buenos restaurantes de aquí de Mérida, o sea, hablarles en francés a los meseros, pidiendo viandas y buenos vinos, creando confusión y fumando puros cubanos en lugares donde está estrictamente prohibido. El buen Dzoch -excelente anfitrión- pidió su descalificación aludiendo a que el francés de Cuevas estaba peor que el que hablan los haitianos.
Al segundo finalista, el "buen" Mau, le pidieron que se quitara los zapatos. Al comprobar que sus botines tenían una enorme trampa -por tener ocultos más de veinte centímetros de hule espuma que cambiaban radicalmente su estatura- también fue descalificado por el presidente del jurado, o sea El Dzoch.
Entre chiflidos de los asistentes, el "buen" Mau abandonó el hotel sin esperar la medalla que lo acreditaba cuando menos en segundo o tercer lugar.
Todos los participantes debían pasar por la prueba primera: consistía en soplar un aparato -similar al alcoholímetro- denominado por Luis de Alba "El Nacómetro". Basta soplar levemente en El Nacómetro para que te mida tu nivel de Naco.
El último concursante fue el troyano de la enorme cabeza, el perverso Quintalito. Al soplar dicho artefacto se oyó en un radio de quinientos metros una enorme explosión: El Nacómetro voló en mil pedazos. Los amigos de Gamboa quedaron tirados, debajo de las mesas, con los oídos vulnerados. El troyano de la enorme cabeza, tirado en la pasarale, con los ojos entreabiertos, balbuceaba algo que nadie entendió. El buen Fermín quiso continuar el protocolo de la ceremonia entregándole su diploma de ganador. El documento parecía ahora una hoja de papel carbón. El troyano no puedo recibirlo: había quedado semiinconsciente.
Los amigos de Gamboa aseguran que el Dr. Fito Montero tuvo mucho trabajo durante esta semana por tan insólito evento.