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Benedicto XVI proclamó ayer santa a la madre Bonifacia, monja española que fundó en 1874 la Congregación de las Siervas de San José y gran defensora de la mujer obrera a finales del siglo XIX.
Junto a ella, el Papa ascendió también a los altares a dos religiosos italianos, Guido María Conforti, arzobispo de Parma y fundador de la Pía Sociedad de San Francisco Javier para las misiones extrajeras, y a Luigi Guanella, fundador de la Congregación de los Siervos de la Caridad y del Instituto de las Hijas de Santa María de la Providencia.
En la solemne ceremonia, a la que asistieron varios miles de fieles, entre ellos, muchos españoles, el Papa destacó en la homilía que la religiosa 'supo aunar su seguimiento de Jesucristo con el esmerado trabajo cotidiano'. Además, el Santo Padre subrayó que para la religiosa española trabajar 'suponía también tener la libertad para realizar su propia vocación y le daba la posibilidad de atraer y formar a otras mujeres', comentó el Papa.
El Papa canonizó a los religiosos italianos Guido María Conforti ((1865-1931) y Luigi Guanella (1842-1915), y a la española Bonifacia Rodríguez de Castro (1837-1905).
Benedicto XVI destacó que la monja salmantina sufrió 'el abandono y el rechazo y que en ella asumió la cruz con el aguante que da la esperanza, ofreciendo su vida por la unidad de la obra que creó'.
El Papa durante la ceremonia de canonización en la plaza de San Pedro del Vaticano (AFP / Vincenzo Pinto)
Y es que la vida de la fundadora de las Siervas de San José no fue fácil, ya que las otras hermanas la tenían envidia y celos, y lograron destituirla de superiora y la obligaron a trasladarse desde Salamanca a Zamora, donde, a pesar de lo que otras religiosas pensaban, logró inaugurar nuevas casas para ayudar a mujeres trabajadoras. 'La nueva santa se nos presenta como un modelo en el que resuena el trabajo de Dios', comentó el Sumo Pontífice en español.
Desagradable incidente
En un episodio que volverá a causar polémicas sobre la seguridad del Papa, un hombre logró ayer subirse a la famosa columnata de Bernini de la Plaza de San Pedro, donde quemó una Biblia justo cuando Benedicto XVI estaba rezando la oración del Ángelus.
Identificado como Iulian Jugarean, de nacionalidad rumana, el sujeto se quedó media hora sobre la cornisa -en la denominada Loggia delle Dame, mirando la Basílica, del lado derecho-, mientras un cardenal y gendarmes vaticanos intentaban convencerlo de que desistiera de su acción.
Aunque nunca amenazó con tirarse, el grupo de fieles que se encontraba justo debajo de él -que había presenciado la ceremonia solemne de canonización de tres santos que presidió Benedicto XVI- fue obligado a correrse del lugar.
Luego de quemar una Biblia, el sujeto -que al parecer cuenta con antecedentes análogos en otras ciudades-, finalmente, se fue de la cornisa y gendarmes vaticanos se lo llevaron.
El padre Federico Lombardi, vocero de la Santa Sede, indicó: "Se trata probablemente de un desequilibrado". "Hablando con responsables de la gendarmería y con un funcionario de la embajada de Rumania que acudió, dijo que tenía mensajes para comunicar al mundo, en particular, sobre la lucha al terrorismo", detalló Lombardi.
Nadie sabe cómo el "desequilibrado" logró subirse a la columnata; aunque la hipótesis que se maneja es que pudo haber utilizado unos andamios presentes en la zona para trabajos de restauración. Lo que es seguro es que el episodio, que tuvo gran repercusión, ya que hay imágenes impactantes, provocará nuevas polémicas sobre la seguridad del Papa.