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Martes 15 de enero.- Dos potentes explosiones han matado a decenas de personas en Alepo, la segunda ciudad de Siria. Las bombas han estallado en la Universidad, situada en una zona controlada por el Ejército de Bachar al Assad. La primera, colocada en la puerta de una de las facultades, es la que ha provocado los muertos, mientras la segunda ha causado solo daños materiales. Un médico ha dicho a France Presse que calculaba en 82 los fallecidos y en 160 los heridos.
Las deflagraciones han alcanzado de lleno las residencias de estudiantes y la facultad de Arquitectura y de Ingeniería, justo el día en el que empezaban los exámenes parciales. La televisión estatal afirma que los “terroristas” —tal y como el régimen se refiere a los insurgentes—, habrían lanzado varios proyectiles de mortero contra la Universidad. También asevera que podría tratarse de dos coches bomba. Por su parte, la oposición acusa al propio Gobierno de estar detrás del ataque y asegura que las explosiones se deben a un ataque con misiles lanzados desde un avión de combate. Varios vídeos colgados en Youtube por los propios estudiantes muestran en el cielo estelas que podrían ser de un avión Mig —los que usa el régimen—. Varios testigos afirman haber escuchado el ruido de un avión. Sea como fuere, las imágenes que ha facilitado la televisión estatal muestran la práctica destrucción de la facultad de Arquitectura.
En el primer día de exámenes, el campus fue escenario de dos explosiones, cuyo balance de víctimas podría elevarse por la gravedad de las heridas de decenas de personas, principalmente en la Facultad de Arquitectura.
Pese a que el conflicto ha vuelto a dar una dentellada a Alepo, la vida vuelve a inundar la ciudad, como se ve en el barrio de Tareq Al-Bab. Si en los meses de septiembre y octubre este distrito era uno de los más castigados por la artillería del régimen, ahora su aspecto es totalmente distinto. Cientos de personas recorren esta arteria de la ciudad deteniéndose en los mercados ambulantes, en los restaurantes de comida para llevar o en las tiendas. “Ahora hay más tranquilidad y la mayoría de los comercios de esta zona han vuelto a abrir", comenta Omar, dueño de una tienda de telefonía móvil. En octubre, obligado por los bombardeos, tuvo que huir a Turquía. “La situación en los campos de refugiados es muy mala; y decidimos volver a nuestra casa de Alepo. Muchos de nuestros vecinos también han regresado poco a poco. Ahora hay muchos menos bombardeos y se puede vivir más o menos bien”.
En el popular parque de Hawas, muchos civiles acuden en busca de leña con la que poder pasar la noche. “No tengo dinero ni para comprar diésel ni para comprar la leña que venden en la calle”, sentencia Abu Mahmut, de 45 años y padre de ocho hijos. “Antes de la guerra veníamos a este parque a pasear, ahora venimos a cortar leña”. Cientos de miles de habitantes en Alepo no pueden pagar los tres euros que cuesta el litro de diésel con el que funcionan las estufas de los hogares. Los civiles, desesperados, han terminado con toda la madera de los bancos y han comenzando la tala de árboles en toda la ciudad.
Videos divulgados por los estudiantes muestran el pánico en el edificio universitario. Muchos lloraban, en un escenario marcado por la destrucción de los vidrios de las ventanas y de partes del techo.
En algunos barrios de la ciudad hace más de cinco semanas que no tienen luz eléctrica y muchos no pueden permitírsela. “Tenemos candiles y velas; y cocinamos con bombonas de gas; la otra opción que nos queda es huir a Turquía, pero allí viven incluso peor que nosotros…”, afirma Ahmed mientras compra comida en un puesto callejero. “La guerra nos lo ha quitado todo”, se lamenta. (AFP)