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MÉRIDA, Yucatán, 16 de marzo.- La Feria Internacional de la Lectura Yucatán (FILEY) nació madura, aseguró el escritor Juan Villoro en su presentación en este evento organizado por la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY).
"He estado en otras ferias en sus orígenes, entre ellas la de Guadalajara y ésta, la FILEY, es extraordinaria, ya que cuenta con una gran oferta de escritores y libros. Es un espléndido cruce de caminos entre lectores y autores", afirmó poco después de comentar el libro "Un montón de piedras" de Jorge F. Fernández, en el salón Ek Balam del Centro de Convenciones Siglo XXI, sede del evento.
"Realmente estoy muy contento de que la UADY haya impulsado esta feria de la lectura y reitero que nació madura porque tiene público y muchas actividades. En la feria de Guadalajara, que hoy es la más importante de todo el idioma, las primeras cuatro o cinco veces que fui no había manera que se nos escuchara porque no había auditorio y aquí veo una feria que nació mayor de edad, que tiene todos los requerimientos de una gran feria y estoy seguro que tendrá mucho más éxito", remató.
Casa de los abuelos maternos de Juan Villoro, don Juan Ruiz Orejas y doña Estela Ruiz Milán. La residencia está la Avenida Colón # 501 entre 60 y 62. Era 'la casa del flamboyán', pero el árbol sucumbió.
Juan Villoro nació el 24 de septiembre de 1956, es hijo del filósofo Luis Villoro y de Estela Ruiz Milán, a quien la FILEY rendirá homenaje este sábado a las 16:50 horas, en una ceremonia donde estarán sus hijos (Carmen y Juan) acompañados de los escritores Margo Glantz y Hernán Lara Zavala.
"Estoy orgulloso de que mi mamá haya nacido aquí en Yucatán. Ha llevado su tradición a cuestas, mi abuela era de Progreso, donde tenía una nevería (la Nevería Milán o 'los milancito', como la llamaban) y esto pobló mi mente de recuerdos de esa época". Agregó que su mamá ha dedicado su vida a la psicología y a la literatura.
Sobre el énfasis que pone la feria en la lectura, comentó que "de esta forma se pone el acento en lo más significativo, que es despertar la pasión por leer. Yo creo que la lectura no se impone, es más, ni siquiera se enseña; más bien se contagia. Uno de los grandes problemas de México es que a muchos maestros no les gusta leer y entonces ¿cómo van a enseñar a leer si no les gusta?, entonces hay que contagiar esta pasión", subrayó.
Indicó que al llegar a Yucatán "veo con ojos de curiosidad, esos espacios para los niños y si a esta edad se empieza a frecuentar los libros, es maravilloso. Incluso acabo de ver una "bebeteca" y es fantástico. Son niños que aún no saben leer y ya se están familiarizando con las historias que les cuentan".
Recordó que quienes escriben libros antes que nada son lectores y puntualizó que es esto de lo que debemos estar más orgullosos, porque permite viajar en el tiempo y el espacio y conocer muchas cosas. "Borges decía: somos los libros que nos han hecho mejores; uno se puede mejorar a través de los libros, y celebrar la lectura es celebrar lo mejor de nosotros".
Para explorar sus raíces, Juan Villoro vino a Yucatán en 1988. Palmeras de la brisa rápida empieza con la llegada de su abuelo materno, el español Juan Ruiz Orejas, a nuestra tierra: 'Juan Ruiz llegó a Yucatán para ver por qué los yucatecos comían tanta azúcar' y de allí recorre la historia de su familia y la Mérida y Progreso de hace 25 años. Hasta 'Miss Uganda' sale en el libro.
Mientras el espigado Juan Villoro charlaba con otros escritores e intelectuales yucatecos, su mamá, Estela Ruíz Milán, recorría la feria compuesta por más de 140 casa editoras y 25,000 títulos. "Me parece extraordinaria esta feria, está preciosa", exclamó y la comparó con otras ferias como la de Gotemburgo, donde estuvo en septiembre pasado.
"Dan ganas de quedarse para leer todos los libros, me angustia no poder hacerlo", apuntó y al hablar de su reconocimiento expresó "no lo puedo creer, es algo maravilloso y más al estar acompañada de mis hijos escritores, que son producto de mi amor por los libros", agregó y puntualizó que "los libros como objeto que atrae, que llama la atención para hojearlo, verlo, leerlo y releerlo, hace el hábito de la lectura. Los libros se aman, soy vieja y no me da la sensación que el libro electrónico desplace a estas bellezas impresas".
Sobre su origen, comentó "nací en esta bella ciudad. En la Ciudad de México cocino platillos yucatecos, ahora quiero aprender maya pero en plan de lengua, me da vergüenza estudiar otras lenguas y no saber de las lenguas indígenas y la que me corresponde es la maya", concluyó.
En otro punto del amplio recinto ferial, Jorge F. Hernández, autor de "Un montón de piedras", reveló su sorpresa por la magnitud del evento. "La verdad, no esperaba lo bien organizada, el concierto y entusiasmo de la gente. Estoy orgulloso de triunfar en una plaza como ésta".
El autor presentará este sábado 16 otra obra suya titulada "El álgebra del misterio", editada por el Fondo de Cultura Económica. "Lo único que nos salva como personas, país y planeta, es la lectura y los libros; mientras más contagiemos el placer de leer, mejores personas, mejores países y mejor planeta seremos".
En otro orden, ayer viernes la FILEY rindió también merecido homenaje póstumo al escritor Rafael Ramírez Heredia, "generoso, crítico y abierto", expresó la maestra de literatura Cristina Leirana Alcocer, académica de la UADY. "Su legado nos hizo ver que la literatura es una profesión a la que hay que dedicarle tiempo, disciplina y crítica ".
El poeta Roger Metri Duarte subrayó que Rafael Ramírez dejó una huella imborrable en la literatura yucateca, "le abrió la puerta a varios narradores locales para publicar en España y en diversos estados del país, como también lo han hechos otras personas como Agustín Monsreal y Beatriz Espejo, pero la gran oportunidad vino con Ramírez Heredia", agregó.
"Le debemos su cariño, amistad, compañía y su crítica", y recordó algunas obras como "El Rayo Macoy", "La condición del tiempo" y "La mara" que lo obligó a vivir en Tapachula para realizar investigación de campo, e incluso abordar el tren conocido como "La bestia".