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MADRID, 24 de marzo.- Arthur Cravan fue un boxeador poeta, que derribó todo tipo de prejuicios y generalidades cuando al salir de los cuadriláteros dedicaba sus tiempos a la bohemia, a la literatura y a escribir una poesía lírica, haciendo honores a su tío Oscar Wilde. El tango clásico también le canta a cuando aquel boxeador elegante los calzaba de cross gracias a la inteligencia de su habilidad física. Sin embargo, nada nos tenía preparados para encontrarnos frente a un deporte que mezcla dos mundos tan regularmente separados como el boxeo y el ajedrez. Chess Boxing: Boxeo y ajedrez en el mismo ring.
En cortos rojos y con los tatuajes del pecho al descubierto, se nota encandilado por las luces del cuadrilátero. El público se mueve frenéticamente en sus sillas, pero es como si alguien le hubiera puesto Mute a la escena. En otro incómodo silencio, su contrincante mira hacia abajo, como buscando en sus pies la estrategia para el próximo golpe. Y lo encuentra. Mueve una pieza en el tablero y un cross de derecha lo despierta de la conmoción, casi durmiéndolo de nuevo. Mientras recobra el equilibrio y se para ofensivamente, pronto a contraatacar, sube los puños y baja su mirada. Allí es cuando descubre el error de su adversario: el alfil tiene vía libre hacia la reina. Un movimiento sagaz y listo, el golpe es más certero que un uppercut a la mandíbula. El chess boxing es la disciplina que puede hacer realidad escenas como estas, donde el poéticamente salvaje encuentro de puños entre dos deportistas se une a la medición intelectual que implica una partida de ajedrez. Un frankenstein deportivo e intelectual de aquellos que unen lo impensado y lo transforman en deporte y espectáculo.
Matt Read (izquierda) y Chris Levy compiten el sábado en el Chessboxing Grand Prix de Londres. (Zuma Press)
El ChessBoxing fue creado en 1992 por el artista Francés Enki Bilal mientras dibujaba un libro de comics llamado Froid Équateur. El deporte en la vida real recién apareció en 2003 con un torneo oficial que se celebró en Berlín, Alemania. No hace falta decir que el boxeo tiene popularmente a un intérprete que implica lecturas a priori sobre sus capacidades intelectuales. Eso sí, que el prejuicio sobre el ejecutante no nos confunda. Tanto el boxeo como el ajedrez requieren de inteligencia y es en esto donde han confluido para establecer un concepto posible en esta era del remix, de las mixturas, de lo híbrido y de todas esas confluencias positivas para la reformulación de lo conocido; a veces como arte, a veces como filosofía y a veces como actividad social.
El deporte en cuestión tiene reglas muy precisas a seguir a raja tabla. En primer lugar, la contienda es a 11 rounds y los boxajedrecistas (por ponerles algún nombre en español) deben alternar entre boxear y jugar al ajedrez. Cada round de boxeo dura 3 minutos y los de ajedrez duran 4. La partida comienza con una ronda de ajedrez que es seguida por una ronda de boxeo. Hay una pausa de un minuto entre cada ronda, en la que los competidores se tranquilicen y hasta puedan cambiarse de ropa. Más información en neoteo.com