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ARJONA, 25 de marzo.- Al menos dos personas murieron (Daniel Cardona, de 46 años, y un hombre aún no identificado) y otras 44 resultaron heridas en el tradicional festejo taurino de las corralejas del municipio colombiano de Arjona, en el que decenas de improvisados toreros, capoteros, manteros, garrocheros y paragüeros arriesgan su vida ante enormes toros criollos.
Fue en la penúltima de las cuatro corralejas de las fiestas patronales de Arjona, población cercana a la ciudad caribeña de Cartagena de Indias. José Miguel Gutiérrez, arjonero y asistente a la corraleja, explicó "que más que todo, el espectáculo se da cuando las personas realmente hacen un espectáculo como es la banderilla, como es el capote, no cuando arrastran a una persona".
"Cuando el toro puya (cornea) a alguien o hay algún deceso, es un poco triste porque la fiesta no debería ser para eso, pero igual son errores que se cometen en cualquier tipo de festividades", expresó un asistente a la corraleja.(eluniversal.com.co / EFE)
En estas corridas en las que se lanza al ruedo todo el que quiera, se realizan en improvisadas plazas de madera que se elevan hasta unos 20 metros de altura, donde están los palcos pagados; por debajo de ellos se agolpan cientos de personas que desde el suelo observan y participan de la corrida de forma gratuita. (rcnradio.com / El Mundo)
Las 'corralejas' de Arjona dejaron 22 heridos durante el tercer día.
Las autoridades hicieron un llamado a los habitantes de Arjona y a los visitantes que asisten a las fiestas para que se abstengan de ingresar al ruedo en estado de "alicoramiento".
"Es una fiesta que es abierta al pueblo y por ser el pueblo todos tienen derecho a disfrutarla", enfatizó el arjonero aficionado Gutiérrez.
El origen de esta fiesta se ha desdibujado en el tiempo y los historiadores se limitan a ubicarlo durante el periodo posterior a la Colonia, cuando los españoles o sus hijos fundaron haciendas ganaderas en la región del norte de Colombia.
La afición por burlar o capear las reses nació en las sabanas de Sucre y Córdoba, al norte de Colombia, donde los vaqueros todo el año cumplen un ciclo de migración con el ganado regulado por los inviernos que inundan las tierras bajas, obligando a buscar pastos frescos en tierras más altas.
En una tarde de corraleja se lidian alrededor de 30 toros, pero a ninguno se le quita la vida, a diferencia de lo que sucede con la tauromaquia profesional, en las que el astado es capoteado, picado por los banderilleros, toreado y muere atravesado por la espada del torero.
La fiesta es amenizada por bandas de trompetas, trombones, clarinetes y redoblantes que tocan porros y fandangos y engalanan la fiesta que llega a su clímax máximo cada vez que el toro embiste a uno de los espontáneos que saltan a la arena para dejar en manos del toro y de la suerte sus vidas.
En el Caribe colombiano las corralejas son muy frecuentes pero las más grandes y famosas son las de Sincelejo, que a pesar de la tragedia de 1980, cuando un palco se derrumbó y mató a unas 500 personas y lesionó a 2,000 más, en 2009 fueron declaradas Patrimonio Cultural e Inmaterial de la Nación.
Las organizaciones defensoras de los animales en Colombia buscan que las leyes nacionales prohíban las corridas de toros, las corralejas, las peleas de gallos y cualquier otra forma de maltrato animal pero hasta el momento son muy pocos los avances alcanzados en su protección.