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MEXICO, D.F., 8 de agosto.- Apareció publicado en el Diario Oficial de la Federación del 31 de julio de este año un acuerdo de la Secretaría de la Función Pública mediante el cual se desincorporaba de los bienes de la nación el Complejo Petroquímico Pajaritos.
¿No qué ni un tornillo se iba a vender de Pemex?... pues en este caso no fue un tornillo, no, fue toda una planta que se encuentra en plena operación, productora de derivados del etileno y el cloro, así como cloruro de vinilo material con el que se fabrica las tuberías pvc, juguetes y material médico, como jeringas, entre otros.
Sin tomar en cuenta al Congreso de la Unión, que hoy no es garantía para la defensa del patrimonio nacional, se están rematando los activos propiedad de la Nación en las narices de diputados y senadores, aún más, muchos ni siquiera tenían idea del asunto, lo cual significa traicionar a la Patria y un verdadero despojo a la Nación.
Y si este hecho es indignante, más resulta saber quién ha sido beneficiado por tal despojo, nada más, ni nada menos que el antes banquero agiotista Antonio del Valle Ruiz, conocido como el Zar del PVC, y el principal comprador del cloruro de vinilo a Pemex, con plantas en Brasil y Colombia que fabrican tubería PVC, lo cual consolida su monopolio, negocio redondo en beneficio de un particular y en detrimento de todo un país.
El boletín 59 de Petróleos Mexicanos, de fecha 5 de agosto, anuncia que la empresa registró en el primer semestre de este año un superávit de 10 mil 349 millones de dólares, en flujo de efectivo, en su balanza comercial de petróleo crudo, petrolíferos, petroquímicos y gas natural. El mismo boletín indica que Pemex vendió en el mercado internacional materias primas por un total de 94 millones de dólares, en tanto que las compras del exterior de estos productos se situaron en 70 millones de dólares, acción con la que se rompe la cadena productiva de la tan golpeada paraestatal, quedando evidenciado el nulo profesionalismo y el entreguismo de quienes como servidores públicos deberían estar para bien administrar el patrimonio de todos los mexicanos.
Queda muy claro, pues, que Pemex no es la empresa en bancarrota que pretenden hacernos creer y que su desmantelamiento obedece más bien a una estrategia concebida para lograr su total privatización, ese es el objetivo, lo cual nos llevaría a una dependencia absoluta, a una verdadera pérdida de la soberanía nacional, depender de terceros en la utilización de energía, petróleo y sus derivados, siendo que somos los dueños originales de la materia prima. Si esto no es vender a la Patria ¿cómo lo llamaría usted amable lector?
Hechos como éste nos obligan a la defensa sin tregua de Pemex y acudir al llamado que hace Andrés Manuel López Obrador al Zócalo de la Ciudad de México el próximo 8 de septiembre para manifestar nuestro rechazo a tal atraco a la Nación. (Virginia González Melgarejo/La Jornada)