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José Luis Vargas, monigote del sistema
Los lamentables sucesos acaecidos en la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Yucatán, tienen nombre y apellido: José Luis Vargas Aguilar, director del plantel que, no conforme con avalar una convocatoria ilegal, tendiente a favorecer a uno de los aspirantes a la presidencia de la sociedad de alumnos, con su actitud irresponsable, autoritaria y provocadora, propició el estallido de violencia que arrojó como resultado cuatro lesionadas con la irrupción de elementos de la Ola Roja y simpatizantes de Jorge Carlos Ramírez Granados, que entraron por la fuerza para forzar los comicios de acuerdo a la convocatoria a modo, emitida por el rector de la universidad, en connivencia con los presidentes de la FEU, Felipe Romero Padilla y de la nueva FEU, Cristian Oliva Avilés.
Bloqueo pacífico de instalaciones. Eran cerca de las ocho de la mañana, con media hora de anticipación, periodistas de diferentes medios de comunicación nos apostamos en las inmediaciones de la Facultad de Derecho de la UADY, a efecto de atestiguar, según invitación enviada por el Br. Samuel Alejandro Gómez Xecé, Presidente de la Sociedad de Alumnos de dicho plantel, para atestiguar el bloqueo pacífico de las instalaciones, para manifestar su descontento con los hechos derivados de la ilegal convocatoria emitida por el rector y avalada por el director, José Luis Vargas Aguilar.
Integrantes de la Sociedad de Alumnos de dicho plantel, mayoritariamente mujeres, vestidas con camisetas color blanco y pantalón de mezclilla, encabezadas por Gómez Xecé, entrelazaron sus brazos y formando una cadena humana, impidieron el acceso de sus condiscípulos a las instalaciones. Los integrantes de las cadenas humanas (también habían algunos varones, que también portaban prendas color blanco y mezclilla), llevaban tiras de cinta adhesiva en la boca, para simbolizar la represión sufrida de parte de las autoridades educativas. El ambiente era tranquilo. Las muchachas, con amabilidad, explicaban el motivo de su protesta a sus compañeros, que lo recibían con el típico sentido del humor propio de los estudiantes e igualmente permitían acceso al edificio al personal docente e integrantes de los diversos medios de comunicación, para que pudieran cumplir con su deber de informar.
La intimidación y las amenazas de las autoridades educativas. Cuando se apersonó a las instalaciones de la Facultad el director, José Luis Vargas Aguilar, el ambiente se tornó tenso: llamando por sus nombres a cada alumno integrante de las cadenas humanas. Les preguntaba por qué le negaban el acceso a sus compañeros y les insinuaba que esto podia tener consecuencias en sus carreras. Los muchachos no se amilanaron. Cedieron paso al director educadamente, pero persistieron, negando la entrada al resto del alumnado. La Secretaria Administrativa, Doctora Rina Basora Trejo, increpó a uno de los alumnos, diciendo: lástima que fueras tan buen alumno, aquí se acabó tu carrera...
La presencia de los medios de comunicación, un alivio. Como quiera que fuera, la presencia de los integrantes de los diversos medios de comunicación, alentaba a los alumnos: digan la verdad, den fe que éste es un movimiento pacífico, que hay libre acceso para los maestros y empleados y que pueden cumplir con total libertad su trabajo de informar, que la ciudad y el estado sepan que el rector de la universidad y el director pretenden hacer su voluntad e imponer un candidato que no goza de la simpatía de nosotros, los alumnos, pero no lo vamos a permitir, no lo aceptaremos. Esta lucha es pacífica, los estudiantes de derecho no somos, violentos, díganlo...
Las manos ajenas a la facultad, una realidad tangible. Mientras los alumnos de la facultad se manifestaban pacíficamente a las puertas del plantel, la intimidación y la presencia de las manos ajenas a nuestra máxima casa de estudios, era una realidad tangible: integrantes de la policía política del gobierno del estado y elementos de diversas corporaciones estatales de seguridad, tomaban fotografía y video con actitudes amenazantes hacia el alumnado y los integrantes de la prensa libre que cubrían los acontecimientos. Tsurus blancos, con calcomanías con propaganda de Angélica Araujo, estacionados en doble fila y conducidos por sujetos de mirada torva, efectuaban discretos rondines. Al fotografiar a uno de ellos, el reportero es increpado: ¿por qué nos tomas fotos, chavo? Es un país libre, ¿no? fue la respuesta.
¡No nos moverán! La moral y el ánimo de los manifestantes eran muy altos: ¡No nos moverán! ¡De aquí nos vamos hasta las ocho de la noche de hoy! Decían las muchachas. Preguntamos a Samuel Gómez Xecé qué era lo que seguía: "permaneceremos aquí hasta las ocho, mañana levantaremos el plantón y las actividades docentes se reanudarán con normalidad. Los compañeros mañana presentan examen, muchos están estudiando. El lunes los compañeros vendrán a presentar examen y tras su prueba, procederán a votar conforme a la convocatoria legal, que es la emitida por la sociedad de alumnos que preside un servidor. Nuestra lucha es justa y llegaremos hasta donde debamos hacerlo, siempre de manera ordenada, pacífica y en el marco del respeto a la Ley Orgánica de la Universidad, a las disposiciones de nuestra Facultad y a la voluntad de su alumnado". El lider estudiantil no sabía qué se avecinaba.
La resistencia, superados en número. Eran alrededor de las nueve y media de la mañana, cuando un grupo ataviados con las ya clásicas camisas rojas, a golpes y empellones la emprendió contra los integrantes de las cadenas humanas. Los partidarios de la sociedad de alumnos que las formaban, mayoritariamente mujeres como hemos destacado, intentaron resistir el empuje de los agresores y permanecer en sus puestos, pero concluyeron por ceder al número y la corpulencia de los agresores.
Todo se volvió un caos. De pronto, todo se volvió un caos: gritos, empujones, imprecaciones, golpes... y la resistencia cedió. Los integrantes de Ola Roja entraron a la escuela, donde prodigiosamente, pese al bloqueo, ya estaba todo preparado para recibir la votación de los escasos alumnos del turno matutino que por desinformación o conveniencia acudieron. El sufragio comenzó a depositarse en el Salón de Directores y los alumnos fueron pasando en grupos de cinco, se localizaba su nombre en el padrón de alumnos de la Facultad, depositaban su voto en una urna y salían. Si bien para votar era requisito indispensable la matrícula, los alumnos que lo hacían no eran marcados para garantizar que no lo volvieran a hacer o que no suplantaran a nadie. Como cosa peculiar, el notario público que de cajón da fe de la legalidad de todos los comicios estudiantiles, Antonio Pasos, platicaba animadamente en los pasillos en vez de contemplar el desarrollo de la votación para dar fe de lo acontecido.
Las lesionadas. En tanto todo esto sucedía en el inetrior de la Facultad, a las puertas y afuera de la misma, se brindaba auxilio a las cuatro lesionadas. Inicialmente fueron sus propios compañeros los que trataron de reanimarlas, dandoles palmaditas, abanicándolas y humedeciéndoles la frente con agua, posteriormente se supo que de la dirección del plantel se había dado parte a la Cruz Roja y solicitado una ambulancia y paramédicos. De inmediato se apersonaron Rina Basora, Secretaria Administrativa y Policarpo Echánove, oficioso colaborador del director, pero José Luis Vargas, nuevamente brilló por su ausencia. Optó por ocultarse en algún lado y no tuvo la atención de personalmente encargarse de que se brindaran los primeros auxilios a las lesionadas. Rina Basora recibió la encomienda de abordar la ambulancia y corroborar que las alumnas lesionadas recibieran atención médica. Los nombres de las muchachas son: Silvia Valladares Mechares, Pamela Saldaña Chan, María Elena Magaña Uc y Monserrat Peniche Ortega.
¿Y dónde está el director? A todo esto, mientras la votación se desarrollaba y toda vez que fueron trasladadas las lesionadas, Samuel Gómez Xecé y aproximadamente treinta de sus seguidores, buscaban afanosamente al director, para apercibirlo de su responsabilidad en los acontecimientos. Solicitaron a los representantes de los diferentes medios de comunicación, que los acompañaran a hablar con Vargas Aguilar, para que asumiera su responsabilidad. Así que como es lógico, se dirigió a la oficina de éste, ahí las secretarias indicaron que estaba ausente y no conocían su paradero. De ahí se trasladó al Salón de Directores, pero tampoco estaba. Inmediatamente Gómez Xecé se apersonó a los cubículos de los catedráticos: también fue en vano. Quedaba la Sala de Maestros. Nuevamente el dirigente estudiantil preguntó por su director. Le dijeron que no estaba. "¿Donde está el director? Nos preguntábamos todos los presentes". Gómez Xecé se aprestaba a dirigirse a los baños conjeturando que el directivo hubiera ido a tirar el miedo o bien los nervios le hubieran jugado una mala pasada, cuando otro de los oficiosos integrantes de la planta docente le indicó que Vargas Aguilar estaba muy ocupado haciendo llamadas telefónicas y no era posible atenderlo, toda vez que ya anteriormente habían dialogado, lo que a su juicio otorgaba a los integrantes del círculo estudiantil, la garantía de audiencia y a los alumnos no podía atenderlos cada vez que se les ocurriera. Le cuestionaron al maestro, con quien hablaba el director y cuyo contacto fuera más importante que el de los alumnos de su plantel, para lo cual no hubo respuesta. Gómez Xecé solicitó que el director apareciera al menos unos minutos para ofrecer razón de su proceder, tanto en lo concerniente al zipizape, la elección y la atención a las lesionadas, pero volvió a recibir otra negativa. Uno de los colaboradores de Gómez Xecé, desplegó la copia de un comunicado de la UADY firmado por el rector, donde manifestaba que el director del plantel era responsable de preservar la seguridad e integridad física de los participantes en los comicios. Reiteradamente le manifestaron que no era posible que lo atendieran. Ante los hechos, Gómez Xecé y sus partidarios se retiraron de las puertas de la sala de maestros.
El director no dio la cara. Ante la negativa del director a dar la cara, los medios de comunicación preguntamos a Gómez Xecé qué era lo que seguía. Respondió: "continuar la lucha por la legalidad y el respeto a la autonomía universitaria, insistirle al PRI para que saque las manos de la universidad, convocar al alumnado para que este lunes venga a votar, conforme a los lineamientos de la convocatoria legal y legítima, emitida por la sociedad de alumnos y continuar esta lucha de manera pacífica, porque sea quien sea el que se erija vencedor de esta elección amañada y manipulada, no tendrá legitimidad ni representatividad entre el alumnado que no lo reconocerá como dirigente y pedirles que publiquen la verdad de los lamentables hechos ocurridos el día de hoy, para que todo mundo se entere, que los lamentables sucesos acaecidos el día de hoy en la Facultad de Derecho de la UADY, tienen un responsable, con nombre y apellido: José Luis Vargas Aguilar".