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La actitud de la diputada panista Lizbeth Medina Rodríguez, resulta profundamente preocupante y considero debería ser motivo para encender los focos rojos en el seno de la bancada blanquiazul del congreso estatal y requerir la inmediata atención de su coordinadora, Magaly Cruz Nucamendi.
No es la primera ocasión que contraviniendo la disciplina partidista, la diputada Rodríguez, que se asegura es dada al personalismo más marcado, se deslinda del rumbo político seguido por sus compañeros de fracción y toma otros caminos, curiosa y coincidentemente paralelos a los emprendidos por el rebaño del partido gobernante.
Ya previamente la diputada Rodríguez había votado en contra de sus correligionarios, con el pretexto de presidir la comisión de equidad de género del congreso local. Posteriormente, argumentando firmar documentos propios de su encargo, volvió a repetir el chistecito y para rematar con broche de oro la conclusión del reciente periodo de sesiones, lo volvió a hacer, pero esta vez para que nadie considerase que la intención de su sufragio era cuestionable y fruto de la distracción, tuvo la puntada de subir a tribuna a exponer los motivos que la llevaban a plegarse a la sinrazón de la pandilla gobernante, con lo que solo consiguió exhibirse, como un proyecto sumamente apetitoso para el PRI, de potencial proyecto de cooptación.
Hay que ser claros, el protagonismo exhibido por la legisladora esta adquiriendo ribetes peligrosos, que lindan con la traición, con todo y que ella misma proteste continua fidelidad a la ideología e instituciones panistas, recordemos nada más como botón de muestra, las actitudes que en su momento asumieron personajes como Silvia López Escoffié, Luis Aldana Burgos, Antonio Hadad Manzur y Julio Garrido y veamos donde se encuentran actualmente todos ellos y el modo con el que pagaron al partido que les dio cobijo y que los hizo crecer. Los precedentes invocados, son sumamente ilustradores y dignos de propiciar la reflexión.
Lo peor de la actitud asumida por la diputada contumaz y reacia a la disciplina, es que da pie a los priistas a considerar que cuentan con apoyo popular y que sus determinaciones motivan la aquiescencia de conciencias responsables de militantes de otros partidos. Por lo menos, así lo venden al público a través de sus medios a sueldo.
Es oportuno hacer un enérgico llamado de atención a la diputada Rodríguez, es momento de hacerle un extrañamiento por sus dichos y hechos, es ocasión de conminarla a decidir con claridad de que lado pretende situarse en la contienda por enterar a la ciudadanía de lo que verdaderamente acontece en nuestra entidad y de lo que se hace o no, en la búsqueda del bien común. No es momento de vacilaciones, ni de andar con medias tintas, es preciso que Lizbeth Medina defina si es orgullosamente panista como dice ser, aunque sus actos denuncien lo contrario y si está dispuesta a correr la suerte de sus compañeros de fracción, sin excusas ni pretextos y proceda en consecuencia, demostrando que obras son amores y no buenas razones. Basta ya de coqueteos con quienes traicionan con sus actos la confianza de la gente. Los ciudadanos no queremos más traidores.
Dios, Patria y Libertad
Guillermo Barrera Fernández