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"Transformers 3: El lado oscuro de la luna" es otro producto de entretenimiento veraniego cortesía de los hipercomercialísimos Michael Bay y Steven Spielberg.
Sabiendo que se trata de un espectáculo palomero —pensado para desperdiciar 2 horas y media de nuestra existencia— no juzgo la cinta como cine de autor, pero creo que pudo dar mucho más de sí.
Hagamos un recuento: en la primera entrega los autobots (robots buenos) vencen a los decepticons (robots malos) en una guerra por apoderarse de un artefacto llamado "la chispa", un cubo que significa la fuente de poder de los robots. En la segunda, los decepticons planean una venganza en contra de los autobots resucitando a Megatron —lider de los villanos— y activando una antigua máquina capaz de exterminar la vida en la tierra.
En esta tercera parte la aparición de una misteriosa nave impactada en el lado oscuro de la luna —y no en homenaje a Pink Floyd— revela un antiguo secreto: la existencia de unos pilares para abrir un puente interdimensional que puede traer de vuelta al planeta Cibertrone y sus viejos pobladores. Aparece un nuevo personaje, Sentinel Prime, primer líder de los autobots y el único robot capaz de activar los pilares.
Por otra parte, Sam Witwicky (Shia LaBeouf) padece problemas monetarios pero se consuela en su nueva novia (Rosie Huntington-Whiteley). Mientras que Megatron intenta regresar al poder urdiendo un plan que incluye a Sentinel y los pilares. Para defender la tierra, los autobots necesitarán por tercera vez la ayuda de Sam y su novia.
"Transformers 3" lleva el sello característico de Michael Bay: espectacularidad, coches, explosiones y chicas playboy. Pero también arrastra las mismas deficiencias: simpleza argumental, problemas de ritmo y exceso de metraje. De las tres entregas, esta última es la que tiene mayores problemas de equilibrio. Si bien los últimos 45 minutos de la película son implacables por su enorme carga de acción y efectos especiales; la llegada de este suceso es un tanto larga y apagada. El filme pudo funcionar mejor de haber sintetizado el complot lunar, el asesinato de los ex empleados de la NASA, las aventuras laborales de Sam y las conversaciones entre los autobots y el ejército norteamericano.
De este largo prólogo para tan apocalíptica batalla, lo más rescatable es la forma en que Bay inserta su ficción robótica en hechos históricos como la llegada del hombre a la luna, la Guerra Fría y la explosión nuclear de Chernóbil.
Se mantiene la visión sexista en la cual las mujeres funcionan únicamente bajo dos esquemas: objeto sexual o señora malhumorada (Frances McDormand). Al igual que Megan Fox, la novia de Sam es un accesorio cachondo que corre con tacones en medio del peligro, sin perder una gota de maquillaje ni desbaratarse el peinado.
Bay incurre en algunos excesos y no me refiero a lo visual, pues de sobra conocemos sus aficiones al uso recargado de efectos digitales que raya en el barroquismo de fotogramas invadidos por metales en movimiento. Me refiero más bien a un sentido del humor que cae en una excitación a ratos vulgar y que obliga el actor Ken Jeong a repetir su personaje de "¿Qué pasó ayer?".
La mano de Steven Spielberg se nota en las escenas de invasión alienígena una vez que la historia se encamina a su clímax. Inclusive hay un par de escenas copiadas de "La guerra de los mundos", sólo que en lugar de ver a Tom Cruise escondiéndose de los buscadores es Shia LaBeouf. Otra influencia clara son videojuegos como "Gears of wars" o "Resistence: fall of man" con soldados ferozmente armados que se ocultan de entidades invasoras entre los escombros de una ciudad.
"Transformers 3" simboliza muy bien la ideología estadounidense: parafernalia mecánica, poco contenido, xenofobia, misoginia, un par de chistes homofóbicos, muerte, balas, soldados, tecnología, invasiones, máquinas, chicas superficiales, un joven cuya meta en la vida es manejar un auto lujoso y una bandera con barras y estrellas ondeándose en el fondo de un escenario destruido por la guerra.
Lo mejor: los últimos 45 minutos del filme —especialmente la secuencia del edificio colapsado.
Lo peor: que tarde mucho en llegar a esos minutos y ver a Frances McDormand y John Malkovich en este tipo de películas.