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La alcaldesa no es arquitecta, diseñadora de espacios públicos y privados, como dice ser. Nos ha engañado. Con sus últimas actuaciones ha dado muestras de tener una maestría en ilusionismo. Los ilusionistas generan sorpresa al realizar acciones que desafían las leyes de la lógica; hacen parecer las cosas que no son, como si lo fueran, y pretenden engañarnos a todos.
Así la señora ha venido tratando de hacer magia en los últimos días; quiere convertir "un paso deprimido" innecesario en una gran obra de beneficio a la comunidad. También nos quiere hacer creer que los ciudadanos le importamos, pero nos manda a golpear de la manera más brutal, salvaje y primitiva que existe. Le llama rasguños a las heridas y tropiezos a los golpes salvajes y pretende hacer creer, ante todos los medios, que los ciudadanos nos agredimos a nosotros mismos. Los agresores no llevaban el uniforme del Ayuntamiento: con esa "apariencia" se desliga de responsabilidad.
Con su magia, la alcaldesa dice que la ciudad se beneficiará con la gran obra urbana; pero todos sabemos que son las arcas de sus intereses las que se verán beneficiadas. En un acto de magia extrema la señora dice que los árboles que serán derribados de más de 60 años, van a ser trasplantados. En total control del medio ambiente, la señora extiende su poderes mágicos a la madre naturaleza.
Siendo parte del gobierno que sí sabe escuchar, está llevando a cabo su voluntad y su capricho sin escuchar a nadie. Como buena artífice de la ilusión, nos quiere hacer creer que sabe servir al pueblo que la eligió.
Es un buen acto de magia. Pero ¿habrá alguien que le crea?