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Las comidas que engordan son las que más nos gustan y ante las cuales somos más dados a dejarnos llevar por la gula. Esta circunstancia parece deberse en buena parte a la acción de los endocannabinoides, sustancias que nuestro organismo genera y cuyas características bioquímicas son similares al componente activo de la marihuana.
Esa es la conclusión que se desprende de un estudio con roedores cuyos resultados acaban de presentarse en 'Proceedings of the National Academy of Sciences'.
Las ratas que se usaron en el experimento sólo segregaban estas sustancias neurotransmisoras en su aparato digestivo cuando se las exponía a alimentos ricos en grasas, no cuando se las alimentaba con proteínas o azúcares.
Se investiga si este mecanismo se da también en humanos, como un vestigio evolutivo que nos impulsa a consumir todas las grasas que podamos. El motivo es que éstas escasean en un entorno natural y son fundamentales para el funcionamiento celular.
Pero la grasa ya no nos es útil sino perjudicial, pues genera obesidad, diabetes y enfermedad coronaria.
El proceso químico que despierta la gula comienza en la lengua, que detecta las grasas y envía una señal al cerebro. Desde ahí, y a través del nervio vago, llega al tracto digestivo, donde se estimula la producción de cannabinoides. Estos neurotransmisores incrementan la señalización entre células de tal forma que despiertan un apetito voraz.
Este es el motivo por el que no es fácil comer una sola papa frita: una vez que se ha iniciado el proceso, resulta más difícil controlar nuestro instinto por acaparar grasas.
La buena noticia es que, en un futuro, podrían crearse fármacos que bloquearan los receptores de endocannabinoides en el aparato digestivo. De esta forma, se podría detener el mecanismo que nos hace desear más grasas.
Estos fármacos sólo serían útiles para algunos pacientes, aquellos cuyo apetito desmedido estuviera enraizado en la acción de los cannabinoides. En otros casos, incluida la bulimia, "la sustancia no es la causa del problema, sino que se dan otras vulnerabilidades psicológicas", explica el doctor Fernando Fernández-Aranda, de la Unidad de Trastornos Alimentarios del Hospital Universitario de Bellvitge y jefe de grupo del CIBERobn. Este especialista recuerda que es mejor dejarse llevar controladamente por el apetito e ingerir con moderación alimentos grasos, que intentar restringir demasiado la dieta para después sucumbir a un atracón.