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El príncipe Guillermo y su esposa Catalina se encontraron el sábado con un pequeño grupo de manifestantes en la provincia francófona de Quebec, parte de una gira de nueve días por Canadá, su primer viaje oficial al extranjero desde que contrajeron nupcias.
Catalina, la duquesa de Cambridge, participó en un taller de cocina en Montreal, en el Instituto de Turismo de Quebec.
Unos 35 manifestantes estaban afuera del hospital universitario de Sainte-Justine en Montreal y coreaban "un pueblo unido jamás será vencido".
Llevaban pancartas que decían "parásitos, vuelvan a casa", "criminales de guerra", y "su fortuna proviene de la sangre de nuestros ancestros".
Las manifestaciones fueron un inusual momento de crítica dirigida a los jóvenes miembros de la realeza, que en términos generales han sido recibidos con los brazos abiertos por canadienses deseosos de echar un vistazo a los glamorosos recién casados.
Los manifestantes fueron superados en número por 10 a uno por partidarios de Guillermo y Catalina reunidos frente al hospital.
Fracaso absoluto del príncipe en labores culinarias.
"Dame una buena razón por la que se deba odiar a alguien. Ellos son buenas personas", dijo Elyane Lafontaine, de 51 años.
Hubo pequeñas protestas contra los visitantes reales.
Los manifestantes estaban enojados porque Canadá todavía tiene lazos con la monarquía. La reina Isabel II sigue siendo la jefe de estado figurativa del país y los nuevos ciudadanos canadienses todavía juran lealtad a la reina durante distintas ceremonias.
Michael Behiels, un profesor de la universidad de Ottawa, dijo que había mucha hostilidad entre los franceses y los ingleses en los años siguientes a la conquista británica de Nueva Francia en 1759 — que es el Quebec de hoy.
La presencia continua de la monarquía en lo más alto del orden constitucional de Canadá es un recordatorio, después de más de 250 años, de que los dos imperios fundadores de esta nación antes se lanzaron a la guerra unos contra otros.