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El Instituto Karolinska de Estocolmo ha premiado con el Nobel de Química al israelí Daniel Shechtman, por su trabajo con materiales, en concreto 'por el descubrimiento de los cuasicristales', según ha informado la Real Academia de las Ciencias de Suecia. El científico descubrió en 1982 patrones en los átomos de estos compuestos, cuya existencia se consideraba antes imposible. 'En los cuasicritales encontramos los fascinantes mosaicos del mundo árabe reproducidos a nivel atómico, formas regulares que nunca se repiten a sí mismas', ha afirmado la Academia.
Shechtman, a quien corresponderá en solitario los 10 millones de coronas suecas (poco más de un millón de euros) del premio, nació en 1941 en Tel Aviv y desde 1972 es profesor del Intituto de Tecnología de Israel (Technion), en Haifa. El químico israelí fue reconocido por su trabajo 'notable, solitario, tenaz' y basado en 'sólidos datos empíricos', según la argumentación de la Academia.
'Fue difícil convencer a mucha gente...', declaró Schechtman, quien tuvo que usar su carácter para poder continuar su investigación.
Los descubrimientos del galardonado pusieron en duda una de las creencias más generalizadas de la ciencia: que en todos los materiales sólidos, los átomos están distribuidos dentro de los cristales mediante formas simétricas que se repiten una y otra vez. Para los científicos, 'esta repetición era necesaria para obtener un cristal', ha indicado la Academia sueca en un comunicado. 'Los mosaicos medievales islámicos que aparecen en el Palacio de la Alhambra en España o en el Santuario de Darb-i Imam en Irán, han ayudado a los cientíticos a comprender la imagen de los cuasicristales a nivel atómico'. En esos mosaicos, al igual que en los cuasicristales, las formas son regulares, siguen normas matemáticas, pero nunca se repiten a sí mismas.
Modelo atómico de los cuasicristales. (AFP)
El 8 de abril de 1982, las imágenes obtenidas a través de un microscopio electrónico revelaron a Shechtman que, en contra de la opinión generalizada de la ciencia oficial, los átomos contenidos en un material sólido no tenían necesariamente que repetirse. Esta configuración 'era considerada imposible', pero Daniel Shechtman emprendió 'una dura batalla contra la ciencia establecida', ha explicado la Academia. 'Su descubrimiento fue extraordinariamente controvertido' e incluso, 'en el curso de la defensa de sus hallazgos, se le llegó a pedir que abandonase el equipo de investigación'.
Pese a ello, su batalla posiblemente forzó a los científicos a 'reconsiderar sus concepciones sobre la naturaleza de la materia', añade la Academia. Tras el descubrimiento de Shechtman, los científicos han producido otras formas de cuasicristales en los laboratorios y han descubierto cuasicristales en forma natural en muestras de mineral procedentes de un río ruso. Asimismo, una empresa sueca también ha localizado cuasicristales en ciertos tipos de acero y los científicos están experimentando en la actualidad con cuasicristales en distintos productos, como sartenes o motores de diesel.
Mosaicos en la Alhambra.
Los cuasicristales, también llamados sólidos cuasiperiódicos, son malos conductores de la electricidad y extremadamente duros y resistentes a la deformación, por lo que se emplean para recubrimientos protectores antiadherentes.
El premio de Química ha cerrado la ronda científica de los galardones. Este premio sigue al Nobel de Física, entregado ayer martes a los científicos estadounidenses Saul Perlmutter, Brian P. Schmidt y Adam G. Riess, por descubrir la aceleración de la expansión del universo. Las observaciones realizadas por estos astrónomos les permitió demostrar que el universo crece de forma acelerada y no cada vez más despacio, como se creía.
El pasado lunes, La Academia Karolinska, concedió el Nobel de Medicina al canadiense Ralph Steinman, ya fallecido, y al equipo formado por el estadounidense Bruce A. Beutler y el francés Jules A. Hoffmann, todos ellos por trabajos sobre inmunología. La Academia decidió mantener el premio para Steinman porque, aunque las normas prohíben expresamente conceder el galardón a una persona ya fallecida, el instituto no conocía que había muerto y, por tanto, no decidió premiarle a título póstumo 'deliberadamente'. (ABC)